Cualia.es

Crítica: ‘Alien: Romulus’ (Fede Álvarez, 2024)

Cuando sus linternas funcionan, el halo de luz infunde seguridad a los protagonistas de Alien: Romulus. Pero esa confianza dura poco. El parpadeo de las consolas y un ruido indescriptible en los corredores hace que aprieten el paso. A diferencia de lo que les ocurre a ellos, los espectadores ya sabemos qué es lo que amenaza sus vidas. Un monstruo acorazado. Inmune a cualquier arma. Dispuesto a darles caza

Cuando esa bestia araña el suelo, es un aviso de lo que vendrá después. Gritos, dolor y una mandíbula retráctil que salpica un ácido corrosivo y letal.

Quien se atreva a entrar a este cubil de pesadillas, se encontrará con una historia frenética, ubicada cronológicamente entre Alien, el octavo pasajero (1979) y Aliens, el regreso (1986). Inevitablemente, existe una clara correlación entre las tres películas. El director de esta nueva entrega de la saga del xenomorfo, Fede Álvarez, ha querido que así sea. Por eso Alien: Romulus, pese a estar rodada con un espíritu actual, recupera aquel estilo clásico que Ridley Scott impuso en la primera película de la saga.

Sin ambiciones completistas, Álvarez y su compañero de fatigas, Rodo Sayagues, convierten su película en un cóctel de subgéneros. Al igual que en la cinta de Scott, acá conviven el terror gótico, la ciencia ficción, el horror lovecraftiano y todo el imaginario del body horror que en su momento cultivaron el realizador David Cronenberg y el escritor Clive Barker.

El reparto juvenil se entrega a fondo. Cailee Spaeny, David Jonsson, Archie Renaux, Isabela Merced, Spike Fearn y Aileen Wu -todos ellos- actúan con un verismo que eleva el nivel de la película. Lo mismo cabe decir de la banda sonora de Benjamin Wallfisch, una poderosa partitura que incluye guiños a la música que Jerry Goldsmith y James Horner compusieron para Alien y Aliens.

La personalidad de Alien: Romulus se define a través de la atmósfera que construye el realizador. Obviamente, hay una fuerte dosis de emoción en el hecho de que unos chicos tan jóvenes quieran abandonar un planeta minero. Nos conmueve la condena existencial de la que desean escapar. También nos afecta que sus vidas sean amenazadas por esa inteligencia extraterrestre, capaz de parasitar a los humanos.

Pero lo que de verdad cuenta es que este juego del gato y el ratón se desarrolle en un entorno tan fascinante: algo así como un laberinto metálico, tenebroso y malsano, lóbrego como un castillo en ruinas.

En cualquier caso, no conviene olvidar tampoco que Alien: Romulus es mucho más que un simple tren de la bruja. Álvarez maneja todo este material con autoridad y rigor, transfiriéndole su propio estilo, poniendo a nuestra disposición una infinita gama de posibilidades de pasar miedo y elevar nuestro nivel de adrenalina.

Lentamente, centímetro a centímetro, el xenomorfo se acerca a sus víctimas. De igual modo, paso a paso, la película nos conduce al objetivo previsto. ¿Y cuál es esa meta? La diversión, por supuesto. Una diversión escalofriante, que hemos de agradecer a ese engendro que prolonga su inmortalidad desde hace más de cuatro décadas.

Sinopsis

Alien: Romulus es una experiencia cinematográfica absolutamente aterradora del director, coguionista y productor ejecutivo Fede Álvarez (Posesión infernal y No respires) y del productor Ridley Scott (Napoleón, Marte [The Martian]). Este thriller de terror y ciencia ficción nos transporte a las raíces de Alien, la franquicia que obtuvo un éxito descomunal. Esta vez, un grupo de jóvenes colonizadores espaciales se encuentra cara a cara con la forma de vida más aterradora del universo mientras rebuscan en las profundidades de una estación espacial abandonada.

La película está protagonizada por Cailee Spaeny, David Jonsson, Archie Renaux, Isabela Merced, Spike Fearn y Aileen Wu. Fede Álvarez dirige a partir de un guion que escribió con su colaborador habitual Rodo Sayagues basado en personajes creados por Dan O’Bannon y Ronald Shusett. Alien: Romulus está producida por Ridley Scott, que dirigió el Alien original y produjo y dirigió las entregas de la serie Prometheus y Alien: Covenant, Michael Pruss y Walter Hill, con Fede

Álvarez, Elizabeth Cantillon, Brent O’Connor y Tom Moran como productores ejecutivos.

“En el espacio, nadie puede oír tus gritos”. Ese lema icónico está inscrito en los corazones y las almas de generaciones de espectadores y durante las últimas cuatro décadas, la franquicia Alien ha establecido el canon del género de ciencia ficción y terror.

La brillantez de la película de Ridley Scott de 1979 dio vida a una franquicia innovadora que cuenta con destacados directores (James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet, entre otros), criaturas nunca vistas y efectos de vanguardia que definieron lo que significa el auténtico miedo.

El viaje de la última película independiente de la franquicia épica Alien comenzó cuando hace años, Fede Álvarez presentó sus ideas al prestigioso realizador. A Scott le fascinó inmediatamente la idea. “Fede Álvarez tenía una visión increíble para esta película”, recuerda el productor ejecutivo Tom Moran (Imparable).

Scott Free, la productora de Scott, presentó la idea a 20th Century Studios y con su beneplácito y guiado por Scott, Álvarez empezó a trabajar en un guion con Rodo Sayagues (No respires 2). Según el productor Michael Pruss (El estrangulador de Boston), el mayor desafío fue averiguar cómo se podía hacer una película de Alien en 2024. “La evolución de la franquicia es fascinante, pero lleva pidiendo a gritos una película nueva y moderna», dice Pruss.

Los realizadores necesitaban comprender no sólo la mitología, sino también cómo los personajes, el terror y el suspense (que históricamente han sido fantásticos en toda la franquicia Alien) pueden coexistir hoy. James Cameron, que escribió y dirigió Aliens en 1986, se reunió con Álvarez al principio del proceso de escritura, ofreciéndole información valiosa y todo tipo de sugerencias, desde el desarrollo de los personajes hasta la creación de los propios aliens.

El trayecto que va desde el inicio hasta el rodaje es el resultado de varios avances creativos de Álvarez. “Hay una escena eliminada en Aliens’ en la que Newt y un grupo de niños corren entre los trabajadores de la colonia”, explica Álvarez. “Recuerdo que pensé en qué sentirían los adolescentes creciendo en una colonia tan pequeña y qué les pasaría cuando cumplieran 20 años”.

La premisa fue el origen de la historia de Alien: Romulus además de darle un nuevo giro a la franquicia. La historia original de Álvarez y Sayagues se desarrolla aproximadamente 20 años después de la primera película de Alien y unos 37 años antes de Aliens. Mientras hurgan en una estación espacial fuera de servicio, con la esperanza de encontrar la tecnología necesaria para dejar atrás su planeta condenado, un grupo de jóvenes colonos despiertan sin querer al organismo más aterrador del universo.

Con el beneplácito de Ridley Scott, Álvarez decidió volver a lo básico a la hora de rodar la película. “Sabía que este capítulo retrocediera al principio, no sólo en lo que se refiere a la historia sino también al estilo visual”, explica Álvarez. “Quería algo sencillo y centrarme en personajes que el espectador pudiera llegar a conocer y amar”.

Esto incluyó el uso de técnicas de efectos visuales que no se han utilizado en mucho tiempo. “Mi objetivo era crear una auténtica película de terror con personajes limitados y utilizar efectos físicos siempre que fuera posible”, explica Álvarez. “Quería honrar a todos los realizadores que me han precedido y rendir homenaje a la franquicia ‘Alien’ en varios aspectos”.

Incluso hay guiños a los elementos icónicos de las bandas sonoras de Jerry Goldsmith y James Horner de Alien y Aliens respectivamente, así como a la secuencia del título inicial de Richard Greenberg y Phil Gips de Alien.

El Xenomorfo es el espécimen más perfecto del universo, así como el arma definitiva. Tiene ácido concentrado para la sangre, no requiere alimento y puede sobrevivir en cualquier atmósfera. Tiene una forma esquelética humanoide con una cabeza cilíndrica alargada y una cola ósea.

El Xenomorfo (o Xeno) es la especie extraterrestre endoparasitoide que sirve como antagonista principal de la franquicia Alien. El concepto de Álvarez en Alien: Romulus era utilizar efectos de la vieja escuela para crearlo. Según el equipo de Legacy Effects, se crearon cuatro Xenos completos, lo que requirió el trabajo de 80 artistas, incluidos artistas digitales, artistas conceptuales, fabricantes de moldes, escultores, pintores y expertos en robótica. Todos trabajaron basándose en conceptos generales de diseño para que fuera funcionales.

Todos los miembros de Legacy Effects estaban muy interesados en hacer que Xeno se pareciera al de la película original de Alien. Cada uno de los cuatro Xenomorfos tenía diferentes propósitos. El personaje ‘héroe’ Xenomorfo es una criatura animatrónica totalmente robótica de tamaño completo, de aproximadamente dos metros y medio de alto y muy delgada. También hay una marioneta animatrónica con varillas más liviana del mismo tamaño que nueve un único artista para realizar movimientos más rápidos y dinámicos.

Los otros dos Xenos son cabezas animatrónicas unidas a un traje de especialista. La estructura inferior vertebrada abarca una cúpula translúcida con paneles translúcidos en brazos y piernas. El equipo de Legacy explica que la luz que emana se puede ver a través de las piernas y los brazos en determinadas situaciones, lo que le da una sensación de entramado: cintura esbelta, extremidades largas, muy parecido a un insecto.

Los icónicos facehuggers (abrazacaras) regresan en Alien: Romulus, cortesía del líder creativo de Wētā Workshop, Richard Taylor, con algunos cambios y mucho más numerosos.

Copyright de imágenes y sinopsis © 20th Century Studios, Scott Free Productions, Brandywine Productions. Reservados todos los derechos.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.