Al concluir la lectura del anterior volumen de la Saga Canción de Hielo y Fuego, Juego de Tronos, puede haber ocurrido que el lector sensible haya lanzado el libro por la ventana, furioso y asqueado por su chocante final. Pero lo normal es que suceda lo contrario, y la adicción por la saga de Martin ya no tenga remedio.
Tras haber sentado las bases del mundo en el que se desarrolla esta compleja historia, y de haber prendido la mecha, la tierra de los Siete Reinos se revoluciona y son varios los reyes que reclaman el Trono de Hierro.
Resulta especialmente brillante la manera en que Martin refleja la ambición de poder, haciendo que cada uno de los aspirantes a mandamás vea en un recién aparecido cometa celeste una señal incontestable que justifica su reinado.
Comienza la Guerra de los Cinco Reyes, sin que a ninguno de estos Grandes Hombres parezca importarle nada que la desamparada Guardia de la Noche avise de la invasión de salvajes y la amenaza de mortíferas criaturas que podrían acabar con todo Poniente.
Choque de Reyes tiene mucho de olla a presión donde acumular tensiones que estallarán en la siguiente y brutal novela de la serie, Tormenta de Espadas. Pero aun así, los momentos apasionantes se suceden uno tras otro, incluyendo una incursión al otro lado del misterioso Muro y una espectacular batalla en las aguas de Desembarco del Rey, la gran capital de Poniente y los Siete Reinos.
Sinopsis
Choque de reyes, segundo volumen de la saga Canción de hielo y fuego, narra con vigor y rara intensidad los terribles acontecimientos que sacuden dramáticamente los Siete Reinos. El autor de Choque de reyes, George R.R. Martin, utiliza el formato de la fantasía y el folletín, deliciosamente subvertidos, y retrata la esencia y las debilidades que guían al ser humano por el sendero del miedo y la destrucción.
La traición, el incesto, la rebelión, el ansia de poder y la sed de venganza… todo tiene cabida en un libro tan poderoso e hipnótico como espectacular. Una narración apasionante cuyo interés e intensidad crecen a cada nueva entrega. Un cometa del color de la sangre hiende el cielo, cargado de malos augurios. Y hay razones sobradas para pensar así: los Siete Reinos se ven sacudidos por las luchas intestinas entre los nobles por la sucesión al Trono de Hierro.
En la otra orilla del mar Angosto, la princesa Daenerys Targaryen conduce a su pueblo de jinetes salvajes a través del desierto. Y en los páramos helados del norte, más allá del Muro, un ejército implacable avanza hacia un territorio asolado por el caos y las guerras fratricidas.
Joffrey Baratheon, primogénito del rey Robert, lo sucede en el Trono de Hierro tras los últimos acontecimientos y gobierna los Siete Reinos con crueldad. Pero no es más que un pelele en manos de su madre, la reina regente Cersei, y de sus consejeros.
Tyrion Lannister asume el cargo de Mano del Rey y hace valer sus artes de manipulador para defender al rey Joffrey de sus enemigos… y proteger su vida de los supuestos amigos. Los hermanos de Robert dirigen sus ejércitos en una guerra de sucesión que desangra Poniente, mientras Robb Stark es proclamado Rey en el Norte. Al mismo tiempo, los exploradores de la Guardia de la Noche, desguarnecidos y abandonados de la mano de dioses antiguos y nuevos, se preparan para afrontar una invasión de proporciones terroríficas.
Martin, en opinión de Luis G. Prado, “introduce una apreciable ambigüedad moral. Ciertamente, al comienzo de la partida hay personajes más y menos agradables, y motivos más y menos nobles para actuar. Pero a lo largo de la serie veremos que rara vez los mejores personajes llegan a convertirse en héroes, que los más perversos pueden causarnos tanta o más simpatía, y que ni la astucia ni la nobleza, ni los ejércitos ni la magia, son suficientes para asegurar que un jugador del juego de tronos no será barrido del tablero a las primeras de cambio”.
“La principal herramienta con la que Martin opera estos cambios de rumbo –añade Prado–, y la base de la capacidad de entretenimiento y sorpresa de su Canción de hielo y fuego, es la narración desde sucesivos puntos de vista de personajes concretos. En cada volumen contamos con un grupo de personajes cuyas peripecias seguiremos a través de un narrador en tercera persona, pero colocado sobre el hombro de cada uno, sin atisbos de omnisciencia. Cada capítulo, presidido por el nombre del personaje al que sigue, nos proporciona más información sobre lo que va pasando, pero al mismo tiempo nos ciega temporalmente ante las otras tramas. Al contrario que en los best-sellers al uso, este cambio constante de punto de vista (que siempre hace que lamentemos cuando acaba uno, para vernos absorbidos rápidamente por el siguiente) no provoca una multiplicación de las páginas al reiterar acontecimientos, sino que progresa a lo largo del tiempo, de forma que algunos de los grandes sucesos de la serie se presencian de refilón (la ejecución de cierto protagonista al final de Juego de tronos), o directamente se refieren de forma elíptica (algunas de las grandes batallas de este Choque de reyes… pero no todas)”.
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