Hay libros cuya eficacia produce malestar. Es difícil recorrer Diario del año de la peste de Daniel Defoe o La condición humana de André Malraux sin sentir un dolor físico que obligue a suspender la lectura.
Algo similar puede ocurrir con el libro de Berlín. La caída: 1945 (Berlin: The Downfall 1945, 2002), de Anthony Beevor, una crónica minuciosa y ordenada del último año de la guerra mundial en el escenario alemán centrado por Berlín.
En principio, se trata de un historiador concienzudo e impávido pero, al cabo de unas cuantas páginas, se advierte que, como nosotros, se está ante un hombre civilizado al cual la civilización, con sus tesoros de salvajismo y sus instrumentos modernos, espanta.
La avanzada incontenible del Ejército Rojo, el empecinamiento sádico y suicida de Hitler para continuar una guerra perdida y dañosa para los alemanes que tanto dijo amar y enaltecer, las anécdotas grotescas y aún pintorescas de la vida cotidiana, el hambre, las masacres, las mutilaciones, las venganzas, las intrigas palaciegas de ambos mandos, el duelo a distancia entre Stalin –el único dirigente político y militar que Hitler admiraba– y el Führer al cual Stalin despreciaba y demostró superar con su victoria, todo desfila con la denominación justa, los matices oportunos, la fuente compulsada.
Al final nos encontramos con un erial sembrado de ruinas, varones deprimidos, mujeres que ordenan escombros, abortan y se tratan las enfermedades venéreas producidas por los abusos sexuales, niños recién paridos y abandonados en los hospicios, el mestizaje de la furia y la sumisión.
Las guerras son ganadas por quienes las ganan. Siempre las pierde la humanidad, que las inventó.
Los alemanes, en general, consideraron errores los crímenes de su régimen. El resto fue silencio: reconstrucción y prosperidad. Una oficina soviética guardó las mandíbulas de Hitler. Otra, el conjunto de su cráneo. Los huesos sobrantes fueron incinerados y arrojados a una alcantarilla. Inopinadamente, a este secreto funeral acudieron cincuenta y cinco millones de muertos.
Copyright del artículo © Blas Matamoro. Este artículo fue editado originalmente en Cuadernos Hispanoamericanos. El texto aparece publicado en Cualia con el permiso de su autor. Reservados todos los derechos.