El Planeta Rojo siempre ha sido, con permiso de la Luna, el astro más evocador y la inspiración de la mejor (y peor) ficción literaria. Edgar Rice Burroughs (1875-1950), el creador de Tarzán, lo pobló de ciudades asombrosas, fieros guerreros, animales increíbles y, sobre todo, se sirvió de él para ambientar una larga serie de novelas: la saga de Barsoom.
Sucede frecuentemente que los personajes literarios que, con el tiempo, se transforman en iconos pop (Sherlock Holmes, Frankenstein, Drácula, Conan, Tarzán…) terminen por ser más conocidos que sus propios autores.
Es más, puede que incluso se desvirtúe el modelo original (¡qué poco tiene que ver la criatura de Frankenstein “popular” con la que aparece en la novela!) a causa de constantes cambios e interpretaciones despistadas.
También ocurre que la popularidad de estas creaciones, además de ensombrecer a sus propios padres, lo haga con sus hermanos. Si bien todo el mundo conoce a Tarzán, las demás invenciones de Edgar Rice Burroughs no han gozan de tanta popularidad, aunque sean tan influyentes como el Capitán John Carter, cuyas aventuras en Marte han sido una importante fuente de ideas para la ciencia-ficción y la fantasía del último siglo, desde Flash Gordon a Avatar, sin olvidar La Guerra de las Galaxias.
El ciclo de historias marcianas de Burroughs comenzó en 1912, en forma de episodios publicados en la revista All-Story. La primera serie se tituló Under the Moons of Mars, donde el autor firmaba con el seudónimo Norman Bean, algo que dejó de lado cuando, tras el éxito de la publicación, el editor de la revista decidiera sacar al mercado Under the Moons of Mars en formato de novela en 1914.
Una Princesa de Marte
El libro se tituló Una Princesa de Marte, y supuso el modelo para las siguientes historias marcianas de Burroughs, nada menos que 11 libros con los que el autor dio forma a un planeta moribundo pero lleno de vida: Barsoom.
Así llaman los habitantes de Marte a su mundo, un lugar en el que los mares se han secado casi por completo y cuya atmósfera enrarecida es mantenida artificialmente por medio de estaciones generadoras de oxígeno.
En medio de tan pobre situación ambiental, los habitantes de las naciones-estado marcianas siempre están guerreando entre sí, eso cuando no están siendo devorados por fieras salvajes. Y, a pesar de todo, Barsoom es un lugar maravilloso lleno de aventuras, hallazgos asombrosos, héroes valerosos, mujeres bellas y longevidad casi ilimitada (siempre y cuando no te maten guerreros o bestias).
La mayor aportación de Edgar Rice Burroughs a la literatura fantástica es el detallismo y la dedicación que puso a la hora de crear un planeta con su propia fauna, idioma (sin llegar a ser tan exhaustivo como posteriores autores, ERB crea los rudimentos de un lenguaje ficticio más que aceptable), historia, cultura, economía y política, algo que nos parece muy común hoy en día, pero que por entonces (hablamos de una obra anterior a la invención de la Era Hiboria o de La Tierra Media) no era nada común, en especial en literatura de usar y tirar como era el caso de las revistas pulp.
En Una Princesa de Marte, el capitán confederado John Carter, un clásico caballero sureño de Virginia, se traslada a Barsoom mediante un viaje astral, saliendo proyectado de su propio cuerpo tras un ataque de los indios. Mientras su cuerpo reposa en las salvajes tierras de Arizona, su ¿espíritu? (un espíritu sólido, en todo caso) aparece en el desierto marciano, como Dios le trajo al mundo y con toda la fuerza de un ser procedente de un mundo con más gravedad.
Carter es más fuerte que los marcianos, y puede dar saltos de rana como si nada, algo que potencia sus facultades marciales, ya de por sí impecables (Algo que, además, inspirará posteriormente a los superhéroes de cómic que irán apareciendo tras el nacimiento de Superman).
Los primeros seres que John Carter conoce en ese nuevo mundo son los marcianos verdes, humanoides el doble de alto que cualquier humano, con seis extremidades ‒una constante en la mayoría de la criaturas del planeta‒, rostros monstruosos y un carácter de perros.
Viven para la guerra y el saqueo en los desiertos que antes fueron lechos marinos, y su sentido del humor se basa en la crueldad y la violencia, un detalle que John Carter observa y utiliza para ganarse la simpatía de estos salvajes, seres que, pese a todo, no carecen totalmente de honor. Es más, uno de los primeros aliados del héroe es el feroz guerrero Tars Tarkas, quien se convierte en el Jeddak (caudillo) de los suyos con la ayuda de Carter.
Y es que, como muchos autores de novela aventurera, en la línea de H. Rider Haggard, Emilio Salgari o Robert E. Howard, Edgar Rice Burroughs muestra mayor admiración por los hombres de armas y los bárbaros que por los hombres civilizados, con su hipocresía y decadencia, más nefastas que el honesto mandoble de la batalla.
Más tarde, Carter conocerá a los habitantes humanos del planeta, también aficionados a la guerra, aunque menos brutales que los mostrencos verdes, y se meterá de lleno en los asuntos marcianos.
Tras una serie de aventuras, capturas, rescates, luchas contra bestias y batallas épicas, nuestro héroe acaba emparejado con Dejah Thoris, la Princesa de la ciudad-estado de Helium. Dejah es la marciana más bella del planeta y pertenece a la raza roja de humanos, la más frecuente en las novelas (también hay marcianos amarillos y negros).
A Carter lo nombran Príncipe de Helium y, finalmente, salva al planeta de la extinción sacrificando su vida para reparar la planta generadora de oxígeno. Tras “morir”, Carter despierta en su cuerpo terrestre, y pasa muchos años deseando volver con su Princesa, por cierto embarazada del virginiano.
Edgar Rice Burroughs, como es costumbre en sus obras, se incluye a sí mismo en la introducción del libro. Afirma haber conocido a su tío carnal John Carter cuando el escritor sólo era un niño, y asegura haber encontrado el manuscrito del aventurero interplanetario que conforma la novela.
Más que por motivos egocéntricos, da la impresión de que el amor por el escapismo del escritor le lleva a intentar dar una sensación de vida real a sus personajes y mundos, participando en primera persona de esa ilusión de realidad.
Burroughs crea un universo propio en el que, como luego ha sucedido en algunas editoriales de cómics, todos sus personajes existen a la vez, e incluso coinciden en alguna ocasión (léase Tarzán en el Centro de la Tierra), siendo el propio escritor el nexo entre sus creaciones.
Antecedentes y secuelas
En Una Princesa de Marte se establecen las constantes de lo que serán todas las novelas marcianas de ERB. En realidad, no son tan distintas de sus otras series: no hay más que comparar los párrafos acerca del entrenamiento del perro marciano Woola en esta primera novela con el del sabueso prehistórico Raja en Pellucidar, prácticamente idénticos. Su género es el folletín clásico de aventura e intriga, combinado con descubrimientos e invenciones propias del género fantástico y de la ciencia-ficción.
Casi siempre la historia es la misma: héroe valeroso y sin mácula, al rescate de damisela en apuros secuestrada por villano libidinoso y algo cobarde.
Pese a que en Marte la gente vaya sin otras vestiduras que no sean correajes de cuero y adornos, y aunque prácticamente todo el mundo goza de un físico joven y perfecto, el erotismo es bastante soterrado. Las heroínas son de lo más recatado en su conducta amorosa. De hecho, y pese a ser valerosas, la mayoría de las mujeres de estas novelas no suelen hacer otra cosa que ser capturadas y rescatadas, sin mucho más que decir.
Los héroes, tan intercambiables centre sí como las heroínas y los villanos, sólo se mueven por intereses románticos, que no sexuales.
Tras una sucesión de raptos, fugas y escaramuzas, aderezados con monstruosidades alienígenas e inventos de la superciencia marciana, las novelas de la serie de Barsoom suelen acabar con una batalla épica en las que las armas de fuego, las espadas y las aeronaves cumplen su función de fuegos artificiales finales.
Básicamente, todo esto se sigue haciendo tal cual en las producciones cinematográficas y televisivas de la actualidad con gran éxito de público, demostrando que el escritor dio de lleno con una fórmula infalible. Al fin y al cabo, ¿qué fueron las seis temporadas de Perdidos (2004-2010) sino una eterna sucesión de apresamientos y huidas?
¿Hay tanta diferencia entre los caudillos terrestres que lideran a los guerreros alienígenas de Una Princesa de Marte y Avatar (2009)? ¿Y entre las imposibles bestias de varias patas de Barsoom y Pandora?
Y mejor ni hablamos de los espadachines intergalácticos de Star Wars, que hasta han provocado un culto religioso de nuevo cuño.
Tras señalar la importancia de Una Princesa de Marte en la ficción contemporánea y antes de hacer un breve repaso por el resto de las novelas barsoomianas, conviene señalar que dicha novela quizá no habría existido sin la existencia previa de Liutenant Gullivar Jones: His Vacation, novela de Edwin Lester Arnold publicada en 1905 y en la que se narra una historia muy similar, también protagonizada por un militar sureño que se ve trasladado al planeta rojo (¡en una alfombra mágica!). No obstante, sus peripecias tienen más de desventura que de aventura, contrastando con la algo irritante infalibilidad de John Carter y los demás héroes marcianos de ERB (que, como se ha señalado, vienen a ser todos iguales).
La fama de Liutenant Gullivar Jones proviene casi exclusivamente de ser el antecedente de las novelas de Barsoom, algo que aprovechó Alan Moore al comienzo de la segunda serie de La Liga de los Caballeros Extraordinarios, donde Jones y Carter unían sus esfuerzos para expulsar de la superficie marciana a los invasores tentaculares de La Guerra de los Mundos.
Evolución de la saga
Tras el decepcionante final de Una Princesa de Marte, John Carter vuelve por fin a Barsoom diez años después en Dioses de Marte, utilizando de nuevo el viaje astral.
A los pocos párrafos de llegar, nuestro héroe ya está combatiendo con unos nuevos enemigos, una especie de vampiros vegetales, mezcla de canguro, gorgona y cíclope de color azul. Criaturas de malas intenciones y extinción asegurada al buscarse la antipatía del militar.
Estos monstruos están aliados con los Therns, unos marcianos de raza blanca liderados por una malvada mujer. Los Therns habitan las tierras en las que ha reaparecido Carter, un lugar de peregrinaje para los moribundos marcianos, quienes esperan encontrar allí una suerte de paraíso (los Therns han extendido la idea de que son dioses) para encontrarse sólo con asesinato y esclavitud.
Por supuesto, las peripecias se suceden constantemente, los enemigos caen como fruta madura por la espada de Carter y las bellas mujeres semidesnudas son secuestradas y liberadas con entusiasmo por la pluma del autor.
Carter descubre que tiene un hijo nacido de un huevo (las marcianas son ovíparas) llamado Carthoris y tan aguerrido como él, y hasta aparecen piratas que se alían con el carismático líder terrestre en una lucha que concluye con un cliffhanger en toda regla: varias mujeres, incluyendo a la amada Dejah Thoris, acaban atrapadas en una especie de cárcel giratoria cuya posible salida sólo aparece a la luz una vez al año, para desesperación del héroe y del lector.
Dioses de Marte se publicó en forma de serie entre enero y mayo de 1913 en la revista All-Story (reapareciendo más tarde como novela en 1918), y la continuación no se hizo esperar, ya que entre diciembre de ese mismo año y marzo de 1914, los lectores pudieron asistir a la conclusión de la historia en El Señor de la Guerra de Marte, donde el héroe mueve Roma con Santiago para encontrar a su pareja, y de paso volver a librar al planeta de indeseables. Todo esto mientras elude como un caballero a las mujeres que lo aman pero que no son Dejah Thoris.
La novela concluye de una manera extremadamente feliz, como debe ser, y John Carter es declarado Jeddak de Jeddaks, jefe de todos los jefes. Amo del Cotarro Marciano, por así decirlo.
Las novelas de Marte
Una Princesa de Marte, Dioses de Marte y El Señor de la Guerra de Marte forman una trilogía que es la saga principal de John Carter, quien pasa a ocupar un papel más o menos secundario en las siguientes novelas marcianas, dejando que sus familiares, amigos y conocidos sean los protagonistas de unas aventuras que, por lo demás, no difieren mucho de las suyas propias.
Se trata de novelas que repiten la misma fórmula hasta la saciedad, pero que siempre incluyen alguna novedad, ya sean habitantes marcianos, nuevas regiones, invenciones imposibles o costumbres desconcertantes que despiertan el apetito del lector que ya se ha enganchado al sorprendente mundo creado por Edgar Rice Burroughs.
La serie marciana se completa con los siguientes títulos:
Thuvia, Doncella de Marte
Publicada como miniserie en abril de 1916 en las páginas de All-Story Weekly, y reeditada como novela en 1920. En esta ocasión, el protagonismo recae en Carthoris, el hijo de John Carter, y en su amada Thuvia, la princesa de Ptarth que ya aparecía en Dioses de Marte.
La belleza marciana es inevitablemente raptada por los malvados de turno. Las tribulaciones y actos heroicos habituales se ven complementados con varias ideas interesantes, como el piloto automático, la alarma de colisiones (1916, recordemos) y una fascinante legión de arqueros materializados por la mente de los marcianos de Lothar para defender su ciudad.
El Ajedrez Viviente de Marte
Tras unos años dedicado a otras series como Tarzán o Pellucidar, ERB vuelve a Barsoom en 1921 (una vez más, como serie en Argosy All-Story, y un año después en formato novela).
Esta vez la dama en apuros es la revoltosa hija de John Carter y Dejah Thoris, la hermosa Tara de Helium, a cuyo rescate acude el Jed de Gathol, el impetuoso Gahan.
Esta novela está llena de detalles macabros y grotescos, incluyendo la afición por la taxidermia humana en la ciudad de Manator, donde también se juega una sangrienta variedad de ajedrez con piezas humanas.
Pero la ocurrencia más memorable de la novela es la de los Kaldanes, una especie de monstruosas cabezas parásitas que utilizan a los Rykors, bellos cuerpos sin apenas cabeza, como esclavizados vehículos.
El Cerebro Supremo de Marte
Esta historia vio la luz en 1927 en la legendaria revista Amazing Stories, y un año más tarde se editó como novela. Esta publicación, pionera en la ciencia-ficción, pedía una mayor presencia de la fantasía científica en esta nueva historia, y por ello el autor incluyó en esta aventura una desquiciada trama de trasplantes de cerebro, tan grotesca como divertida.
Esta novela supone, además, una rareza al estar protagonizada por otro terrícola en Marte, el capitán Ulysses S. Paxton, herido en las trincheras de la I Guerra Mundial y trasportado al instante al planeta rojo, donde encontrará su bella damisela en apuros correspondiente, esta vez con el cuerpo (que no el cerebro), secuestrado por una vieja reina malvada.
El libro, en un esfuerzo integrador, incluye una visión más positiva de los gorilas albinos marcianos de seis extremidades, hasta entonces retratados exclusivamente como villanos.
Un Guerrero de Marte
La revista Blue Book, en 1930, y la editorial Metropolitan, un año después, publicaron esta nueva historia, narrada al autor a través de la Onda Gridley, invención de ERB para la serie Pellucidar, y es contada por Ulysses S. Paxton, si bien él no es el protagonista de la historia.
¿Confuso? No tanto, ya que tras tan extraño planteamiento se encuentra la clásica historia barsoomiana, con un pobre soldado raso ejerciendo de enamorado rescatador de Sanoma Tora, una pija ingrata que no parece merecer tanto la pena como la esclava Tavia, una de las pocas mujeres barsoomianas que sabe hacer la O con un canuto y que se hará con el corazón del soldado por méritos propios.
El libro incluye un científico loco, caníbales y hasta arañas gigantes, todo lo necesario para una alimentación equilibrada.
Espadas de Marte
La octava novela de la serie se publicó entre 1934 y 1935, de nuevo en la revista Blue Book, y un año más tarde se comercializó como novela bajo el sello Edgar Rice Burroughs Inc.
Los Hombres Sintéticos de Marte
Esta es la última novela de la serie, publicada en los albores la Segunda Guerra Mundial por la revista Argosy Weekly durante 1939. Apareció como novela en 1940.
La clonación y las amenazas frankenstenianas pueblan esta narración, no de las mejor consideradas de la saga, y que traen de nuevo al inquietante cirujano Ras Thavas, de El Cerebro Supremo de Marte.
Llana de Gathol
Este libro recopila cuatro historias cortas ambientadas en Barsoom, publicadas originalmente en Amazing Stories durante 1941. El libro recopilatorio salió a la venta bastante tiempo después, en 1948, con la Segunda Guerra Mundial acabada y la explosión de la ciencia-ficción atómica en pleno surgimiento.
Los relatos aquí reunidos son «La Vieja Muerte», «Los Piratas Negros de Barsoom», «Una Huida en Marte» y «Los Hombres Invisibles de Marte».
La primera de las historias, también conocida como «La Ciudad de las Momias», destaca por la melancolía que destilan sus páginas, en las que unos marcianos despiertan de un largo letargo para comprobar que poco queda de la antigua gloria del planeta.
Este relato se emparienta en espíritu (no diremos en calidad, ya que es casi imposible) con los estremecedores cuentos de las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, obra maestra del género y de la literatura en general que, como el Barsoom de ERB, se ambienta en un Marte agónico, pero de brillante pasado.
John Carter de Marte
Hay que esperar hasta el último libro de la serie para ver el nombre del gran héroe en el título. Se trata de un volumen recopilatorio publicado en 1963 y que contiene dos relatos largos.
El libro salió a la luz más de una década después de la muerte en 1950 del autor, y muchos fans tienen dudas acerca de la autoría de los relatos, en especial el primero de ellos, «John Carter y el Gigante de Marte», del que se dice que fue escrito por el hijo de ERB, aunque supervisado por el autor de Barsoom.
«El Gigante de Marte» fue publicado originalmente en 1940, mientras que la otra historia recogida en este volumen, «Los Hombres Esqueleto de Júpiter», apareció en las páginas de Amazing Stories en 1943.
Como el título indica, este relato sugería el comienzo de una nueva saga de aventuras protagonizadas por John Carter, ahora trasladado al planeta más grande de nuestro sistema solar.
Por desgracia, o fortuna, la empresa no prosperó y el nombre de John Carter siempre estará unido al del planeta rojo.
Siendo tan inabarcable el legado de esta creación de Burroughs, es curioso que, ya sea por cuestiones de presupuesto, por falta de confianza o por mala suerte, las aventuras de John Carter y sus vecinos no hayan sido adaptadas al cine en condiciones hasta fecha muy reciente.
Ha habido innumerables intentos frustrados, como la versión animada de Bob Clampett (1931), o como aquella producción del crítico y fan de profesión Harry Knowles y Robert Rodríguez que casi llegó a realizarse. Pese al simpático pero paupérrimo intento de la productora de serie B The Asylum (los reyes actuales de la explotación) Princess of Mars (Mark Atkins, 2009), protagonizada por la otrora sorprendente Traci Lords como imposible Dejah Thoris, la verdadera consagración de esta creación de Edgar Rice Burroughs en la pantalla grande (y, por ende, en la cultura de masas) quedó en manos del estudio Pixar, con la superproducción de 2012 John Carter, dirigida por Andrew Stanton, impecablemente adaptada por el realizador junto al novelista Michael Chabon y protagonizada por Taylor Kitsch.
Los libros de Barsoom no destacan por su calidad literaria. Su prosa es apresurada, sus historias repetitivas y sus personajes meros estereotipos, pero ERB logra trasladar al lector a otro planeta y contagiarle de emociones sencillas pero poderosas, muy similares a las que se experimentan durante la infancia, cuando uno juega a inventar aventuras en las que participa a base de pura imaginación. Escapismo de la vieja escuela, sin pretensiones ni amarguras añadidas.
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