Mar Rey BuenoTiene cuarenta y cinco años y está casada con el monarca más rico de toda Europa. Vive en Lisboa, capital de su reino, el puerto al que llegan barcos cargados con las especias más codiciadas de Oriente, cuyo valor supera, con creces, el del propio oro. Es una mujer de carácter.
Todo en ella denota autoridad y firmeza. No es para menos: vivió una infancia cruel, marcada por las carencias y vejaciones a que ella y su madre, Juana la Loca, fueron sometidas por los Marqueses de Denia, sus carceleros en el palacio de Tordesillas.
Con apenas diez años recibe la visita de sus hermanos mayores, a los que no conocía. Y su hermano, el ya rey de Castilla y Aragón, Carlos I, se apiada de su triste suerte y decide casarla con el que será monarca más rico de la cristiandad, su primo hermano Juan de Portugal. Tuvo nueve hijos, de los que sólo dos llegaron a edad adulta: Juan Manuel, futuro heredero, y María Manuela, llamada a ser reina de España.
Catalina, la tía Catalina, es la encargada de enviar regalos y presentes a su familia, desperdigada por toda Europa. Porcelana Ming, mobiliario asiático, lacas del Lejano Oriente, cuernos de rinoceronte, cofres de concha de tortuga, cajas de nácar de la India, cocos de las Seychelles, tableros de juego indios, maderas aromáticas, ricas telas… Ciudades y pueblos portugueses y castellanos todavía recuerdan las catorce mulas cargadas de ricos presentes que, desde Lisboa, emprendieron camino de España, con destino a sus dos sobrinas, María y Juana, y a su propia hija, María Manuela, casada desde hacía un año con su primo Felipe. Tres jóvenes adolescentes que, de seguro, disfrutaron como niñas con los regalos exóticos que les enviaba la tía Catalina, siempre generosa, siempre dispuesta a que los suyos no pasaran las privaciones que ella había tenido que sufrir.
Catalina (1507-1578), Archiduquesa de Austria, Reina de Portugal, hija póstuma de Felipe el Hermoso y Juana la Loca.
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