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Jordi Sabater Pi, el científico a la sombra de Copito de Nieve

Cuando unos cazadores llevaron al Centro de Experimentación Zoológica de Ikunde, en Guinea Ecuatorial, una cría de gorila blanca como la nieve, de solo dos años, Jordi Sabater Pi (Barcelona, 1922-2009), responsable de la instalación, supo que tenía en sus manos un primate único. La particular genética de este ejemplar le había privado de melanina, un pigmento que protege del sol.

Consciente del riesgo que corría la vida de esa pequeña bola peluda, Sabater Pi pagó 15.000 pesetas a los cazadores y se hizo cargo de la cría el 1 de octubre de 1966. Nfumu Ngui (gorila blanco, en lengua africana fang) se adaptó bien a la vida en cautividad y al trato con los humanos. Un mes más tarde, Sabater Pi consiguió trasladar al primate a Barcelona, donde, tras ser portada de la revista National Geographic, se convirtió en el mejor embajador de la ciudad condal.

“Fue una curiosidad en su carrera, pero Jordi era mucho más que el descubridor de Copito de Nieve. Fue un pionero en el estudio de los primates y el introductor de la etología y la primatología en España”, explica Montserrat Colell, profesora titular de Etología en la Universidad de Barcelona, quién trabajo con el investigador español en los últimos años de su vida.

“El gorila albino fue el mejor portavoz de prensa de Jordi, aunque él se lo encontró sin querer”, apostilla Daniel Turbón, catedrático de Antropología de la misma universidad.

La prolífica carrera científica de Jordi Sabater Pi comenzó casi por azar, cuando siendo aún un adolescente se trasladó con su familia a Guinea Ecuatorial en 1939 para trabajar como capataz en unas fincas rústicas.

Pronto se empezó a interesar por la cultura de esta región africana. Para comprenderla, el joven aprendió la lengua de la tribu fang, en un momento en el que europeos y africanos no se relacionaban entre sí.

Jordi consiguió conocer su estructura social y publicó varios estudios sobre los significados rituales y de parentesco de los tatuajes de la tribu que fueron muy interesantes desde un punto de vista antropológico”, comenta Colell. “Cuando llegó a Guinea no había estudiado ninguna carrera, solamente tenía una buena formación en el Liceo Francés. Todo lo aprendió de manera autodidacta”, recala la investigadora.

Una figura mundial

Con el tiempo, Sabater centró sus objetivos en la zoología, un campo que le permitió explotar al máximo su faceta de observador meticuloso y dibujante detallista.

Jordi se convirtió no solo en un científico con unas libretas de campo que son verdaderas obras de arte, sino en una referencia internacional que proporcionaba materiales a instituciones como el Museo Americano de Historia Natural, la Universidad de Stanford o la de Zúrich”, señala Turbón. “En las universidades europeas y estadounidenses es muy conocido, Jordi te abre puertas”, añade Colell.

Durante sus cerca de treinta años en Guinea, Sabater Pi descubrió, fotografió y dibujó especies desconocidas, como la rana gigante goliat y el pájaro indicador de la miel. “Fue un naturalista al estilo antiguo. Vivía en la naturaleza, la describía y la anotaba. Jordi hermanó la ciencia y el arte, embelleció la historia natural y entusiasmó a la juventud”, recalca Turbón.

Pero es en 1969 cuando Sabater Pi realiza una de sus grandes aportaciones al mundo de la ciencia: el uso y producción de herramientas a cargo de los primates. “Jordi observó cómo los chimpancés utilizaban instrumentos para coger termitas. Se comenta que fue Jane Goodall, pero de forma paralela, Sabater Pi descubrió una industria primitiva en esta especie”, defiende Colell.

Estas herramientas eran unos palos muy rígidos de unos dos palmos de longitud con los que los chimpancés excavaban las bases de los termiteros para acceder a estos insectos. El artículo fue publicado en la revista Nature en 1969. “En ese momento nadie lo había constatado, fue muy importante”, expone la investigadora.

“Gracias a este estudio Jordi pudo conseguir una beca muy prestigiosa con National Geographic Society que le permitió trabajar con Diane Fossey en Ruanda sobre los gorilas de montaña y de costa”, añade Jordi Serrallonga, discípulo del científico y profesor de la Universidad de Cataluña.

Tal oportunidad permitió a Sabater recoger datos sobre la alimentación y el comportamiento de estas dos subespecies y compararlos.

El primero que hablo de chimpancés industriales

Tras analizar toda la información que habían recabado durante años él y otros científicos, Sabater se atrevió a hablar por primera vez de culturas no humanas, como las de los chimpancés, basadas en la industria.

“Fue una innovación muy importante que creó una gran controversia”, apunta Colell. “Él se da cuenta de que en estos monos, según la zona, el tipo de conducta instrumental es diferente. La única razón es la tradición. Estas capacidades y técnicas diferentes han ido pasando de generación en generación”, releva Colell. Y añade que en aquel momento “los antropólogos se enfadaron bastante”. “Fue muy valiente e innovador”, apostilla.

En los años 70, Sabater Pi ya se encontraba en España, donde introdujo la etología y la primatología por primera vez como ciencia en la universidad. “Por aquel entonces en los planes de estudio no existían estas asignaturas, fue el pionero en proponer su incorporación. Lo llamó psicología animal porque no se atrevía a hablar de etología, aunque al cabo de unos años lo cambió”, declara Colell.

Desde 1976, Sabater se dedicó a impartir sus lecciones en la facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona como profesor de Etología. “Sus clases eran una maravilla. Te llenaba la pizarra de dibujos, explicaba anécdotas reales…”, rememora Colell, que fue su alumna. “Los años en Guinea fueron muy importantes para él y siempre animaba a hacer trabajo de campo. Decía que en la recogida de datos la fotografía era muy importante, pero que como realmente captabas la esencia de las conductas animales era dibujando”, describe la exalumna.

Sabater decía lo siguiente: ‘Hay que dibujar, porque dibujar significa conservar. Cuando observas conoces; cuando conoces, amas aquello que estás conociendo; y si lo amas lo protegerás”, recuerda Jordi Serrallonga.

En los últimos años de su vida, Jordi Sabater Pi fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid en 1993 y nombrado socio de honor de la Asociación Primatológica Española. Aunque su legado no quedó ahí. Como asegura Turbón, “el descubrimiento de Copito produjo un beneficio claro: los niños se entusiasmaron, los padres también y surgieron nuevos investigadores. Sabater despertó vocaciones científicas”.

Cedió en vida su legado científico

En el año 2000, Jordi Sabater Pi cedió gratuitamente su legado científico a la Universidad. Un fondo compuesto por unos 2.000 dibujos, acuarelas, libretas de campo, fotografías y diapositivas etnográficas y diapositivas de las primeras imágenes del gorila albino Copito de Nieve recogido básicamente en Guinea Ecuatorial entre 1940 y 1969.

Jordi era un persona muy generosa. Siempre estaba abierto a ayudar al estudiante, y esa generosidad se ve reflejada en la donación en vida de todo lo que él tenía a la universidad”, precisa Montserrat Colell.

Según escribió el propio Sabater Pi en la carta de presentación de esta cesión, “se trata de una colección extraordinariamente variada por su singularidad, variedad y cantidad. Todos los dibujos han sido realizados por visión directa, es decir, apuntes del natural. Creemos que es un conjunto único que tendrá un proceso de valoración importante con el paso del tiempo. Nuestro país no tiene ninguna colección de este tipo, especialmente del material referido a África Central”.

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