Atención, pregunta. ¿Cuál es la clave del humor de Billy Wilder? La ambigüedad calculada. ¿La de los hermanos Marx? El surrealismo. ¿Y la de los hermanos Coen? Ni idea. De hecho, durante la proyección de Un plan perfecto tengo serias dudas de que sepan cómo funciona una comedia.
La teoría de actualizar el argumento de Ladrona por amor (Gambit, 1966) suena espléndidamente. Y eso que aquella comedia de arte y estafas fue protagonizada por Shirley MacLaine, Michael Caine y Herbert Lom, un trío difícilmente superable. No obstante, cada nueva generación tiene el derecho de modernizar historias que ya son viejas como el tiempo. Por eso, aunque ya no contemos con actores como los citados, cualquier cineasta puede recorrer caminos que ya fueron transitados. Sin ir más lejos, los Coen lo demostraron hace bien poco, con su eficaz remake de Valor de ley.
Si uno observa el cartel de esta versión de Ladrona por amor, puede ilusionarse con su aparente mezcla de humor inglés y desparpajo yanqui. Con guión de Joel y Ethan Coen, el reparto está encabezado por Colin Firth, Cameron Diaz, Alan Rickman, el veterano y admirable Tom Courtenay, Stanley Tucci y Cloris Leachman.
Por supuesto, una cosa son nuestras expectativas y otra lo que recibimos a cambio del precio de la entrada. Michael Hoffman dirige la función sin especial entusiasmo. No me sorprende: el proyecto viene condicionado por un larguísimo desarrollo. De hecho, Universal comenzó a planificar el remake en 1997, y entre quienes lo tomaron en consideración figuran Aaron Sorkin, Alexander Payne, Mike Nichols, Robert Altman y Richard LaGravenese. Todos ellos lo rechazaron por una u otra razón.
Un plan perfecto es una comedia. Lamentablemente, no tiene gracia. Incluso su tramo más prometedor –un enredo en un hotel, al estilo de la screwball comedy– queda arruinado por un chiste de trazo grueso totalmente inoportuno.
La película esconde la dudosa habilidad de abochornarnos con algo que ya creíamos olvidado: el humor racista. Claro que, en esta ocasión, las víctimas son japoneses, así que no creo que se escandalicen los defensores de la corrección política.
Me cuesta ahondar en la crítica negativa por la obvia admiración que despiertan tipos como Firth, Rickman o Tucci. Es una verdadera lástima desaprovechar de este modo tan lamentable un reparto tan sensacional.
Sinopsis
Harry Deane (Colin Firth), un conservador de arte privado, idea un ingenioso plan con el que pretende engañar a su jefe, Lionel Shabandar (Alan Rickman), el hombre más rico de Inglaterra y un ávido coleccionista de arte, para que compre un falso cuadro de Monet. Con el fin de que el comprador muerda el anzuelo, Harry recluta a PJ (Cameron Diaz), una excéntrica e impredecible reina del rodeo de Texas, para que cruce el charco y se haga pasar por una mujer cuyo abuelo supuestamente recuperó el cuadro al final de la 2ª Guerra Mundial. Pero, con PJ suelta en Londres, el plan de Harry no va a resultar tan perfecto como él cree…
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