Recientemente Pepe Monfort alertaba a la comunidad mágica sobre esta novela. “Si te gustan las novelas en las que salen magos como personajes protagonistas – decía – esta es una buena”. Se trata de “Matar al padre” de la escritora belga Amélie Nothomb, publicada por Alfaguara. Efectivamente, Nothomb recurre a menudo a magos y malabaristas para convertirles en protagonistas de sus ficciones. Le interesa especialmente su capacidad de alterar las percepciones para cautivar o encantar. Su secreto está en trasladar el poder de vulnerar las leyes de la física y de la psicología desde el escenario a la vida cotidiana donde adquieren un sentido moral. Es el caso de Matar al padre desarrolla las consecuencias extremas del complejo de Edipo a través del enfrentamiento entre un aprendiz de mago y su maestro.
La rivalidad entre magos amargó la existencia a Herrmann y Kellar, empeñados en actuar en los mismos sitios y a la misma hora como si Norteamérica no fuera suficientemente grande para dar cabida a los dos. El tema en la ficción constituye el nudo argumental de la novela The Prestige de Christopher Priest, llevada al cine por Cristopher Nolan.
Nothomb relata la historia de Joe Whip. Un adolescente, casi un niño que vive con su madre en Reno, sin conocer a su padre. Su pasión es la magia, para la que posee una actitud excepcional. Uno de los amantes de su madre le fuerza a abandonar el hogar. Sobrevivirá haciendo magia de cerca en los hoteles. Hasta que un día le hablan de Norman Terence, considerado un mago excepcional.
Norman acogerá a Joe en su casa y se convertirá en su maestro y, poco a poco, en su padre adoptivo. El joven aprenderá deprisa. Pero en lugar de sentir agradecimiento, traicionará a su padre adoptivo seduciendo a su mujer y empleando sus enseñanzas para hacer trampas en el casino.
La autora nos empuja hasta este abismo, hasta esta situación límite, donde se inicia la verdadera novela hacia un final inesperado.
Los comienzos de Joe evocan nuevamente a Kellar, a su infancia. De muy niño el viejo mago fue aprendiz de boticario y sus experimentos provocaron una explosión No se atrevió a enfrentarse las consecuencias y huyó de casa. Se convirtió en un vagabundo. Viajaba en los trenes como polizón. Sólo tenía diez años. Fue entonces cuando conoció a un pastor protestante que, al igual que hizo Norman Terence con Joe, decidió adoptarle y sufragar sus estudios de Teología. Pero Kellar asistió a una función de magia del Faquir de Ava y, desde esa noche, resolvió dedicarse a la magia. Abandonó al pastor y los estudios, para trabajar como ayudante del faquir.
Desconozco si Amélie Nothomb tuvo en cuenta la figura del Kellar niño, para crear el personaje de Joe. Hay algo inexorable en el destino de estos muchachos a los que las circunstancias de la vida arrebatan su niñez y buscan en la magia la realización de sus sueños perdidos y también de sus pesadillas. Lo más sorprendente de los sueños es que, incluso los más extraños, se repiten en personas distintas, en situaciones totalmente diferentes.
La novela está escrita con un lenguaje escueto y directo. Tiene la habilidad de contar con sencillez lo que es complejo. Para mi gusto le sobra sumisión a los planteamientos psicoanalíticos. En la ficción, el psicoanálisis, muchas veces, es un nudo corredizo para la historia. No obstante demuestra que la magia, como metáfora de la vida, permite plantear casi cualquier aspecto de la existencia.
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