Una prosa elegante, sobria y con los adornos necesarios pero ni uno sólo más. Unos diálogos espectaculares y llenos de viveza. Unos personajes aparentando ser siempre lo que no son. Esas son las señas de identidad de uno de los mejores novelistas y escritores cinematográficos de la historia, Raymond Thornton Chandler (Chicago, Illinois, 1888- La Jolla, California, 1959).
Amante de la poesía de Walt Whitman, estuvo más de una década publicando relatos breves en Black Mask desde que el primero viera la luz en 1933. Ahí se forjó su talento descriptivo y ahí conoció las fuentes que alimentaron su especialización en el crimen y el misterio policial. Cuando dejó Black Mask y se incorporó a Dime Detective su carrera cobró una nueva dimensión.
En 1939 escribió El sueño eterno (The Big Sleep) ya con Marlowe como leit motiv, utilizando la técnica de aprovechar hilos narrativos apuntados en sus historias cortas, lo mismo que hizo un año después con Adiós, muñeca (Farewell My Lovely), a la que siguen sin apenas intervalos La ventana siniestra (The High Window, 1942) y La dama del lago (The Lady in the Lake, 1943).
La hermana pequeña (The Little Sister, 1949), El largo adiós (The Long Goodbye, 1953) y Playback (1958) terminan de componer la bibliografía chanleriana sobre Philip Marlowe.
El investigador privado de ficción pasa a ser muy conocido por los norteamericanos gracias a la adaptación de Dmytryk (Historia de un detective, 1944), a la que seguirían las de Hawks (El sueño eterno, 1946) y Montgomery (La dama del lago, 1947).
The Brasher Doubloon (1947) de John Brahm se basó en The High Window, Marlowe, detective muy privado (Marlowe, 1967) de Paul Bogart tuvo su base en The Little Sister y El largo adiós (The Long Goodbye, 1973) de Robert Altman en el relato homónimo mencionado.
Dick Richards realizó en 1975 para Embassy un remake de la novela de Chandler Adiós, muñeca (Farewell, My Lovely). Sucesivamente, el rol de Marlowe ha tenido en la pantalla las facciones de George Sanders, Dick Powell, Humphrey Bogart, Robert Montgomery, George Montgomery, James Garner, Elliot Gould y Robert Mitchum, a los que añadiríamos a James Caan en la producción de HBO inicialmente concebida para televisión Pooddle Springs (1998) de Bob Rafelson, basada en la novela inacabada que terminó Robert B.Parker.
Como todo buen narrador que logra su éxito paralelo al desarrollo de la industria del cine, había sido llamado a Hollywood para aportar ideas y escribir guiones y argumentos. Y de su pluma nacieron o se perfeccionaron los libretos de Perdición (Double Indemnity, 1944) de Billy Wilder, La dalia azul (The Blue Dahlia, 1946) de George Marshall y Extraños en un tren (Strangers on a Train, 1951) de Alfred Hitchcock.
Chandler mantuvo siempre una misteriosa ambigüedad sobre su personaje-fetiche. Según su propio testimonio, el detective debió nacer en Santa Rosa pasados diez o quince años del cambio de siglo. Tras trabajar en una agencia de seguros y para la fiscalía. A lo largo de las distintas novelas que ha poblado este taciturno investigador ha tenido sus oficinas en diferentes localizaciones de Los Angeles aunque la más reconocible es Hollywood Boulevard.
El despacho es un prodigio de austeridad: ni un mueble, ni unas flores, ni una secretaria. Eso sí, siempre que Marlowe llega a su despacho hay alguien misterioso esperando dentro con intenciones de liarle en algún caso enrevesado, y quien le avisa de la presencia del invitado suele ser el ascensorista o el personal de limpieza del edificio. El contraste con ese mundo profesional desarraigado es la habitación donde vive tal y como se ve en una escena de Historia de un detective: al llegar Claire Trevor arreglada de forma exuberante, vemos a un hombre en camiseta de tirantes, en un cuarto que tiene un sillón de orejas con las babuchas a sus pies, y acabamos de ver al chico que limpia los cuartos recoger la ropa sucia.
Chandler humaniza a un detective mucho más humano que Sam Spade. Aunque los aspectos puramente formales deben ser tenidos en cuenta, lo que sigue maravillando de esta creación es el perfil psicológico de Marlowe, las muescas que lleva la culata de su revolver y el proceso interior que ha vivido y se aprecia a flor de piel en sus diálogos, en sus reacciones, en su forma de ver la vida.
Es un hombre marcado por el paso de dos guerras mundiales sobre su país, desengañado y perdedor, que repudia la mentira y la hipocresía, y que cada día en su trabajo debe ponerse delante de gentes mentirosas e hipócritas. Es un “removedor de basuras”, en palabras de Ray Collins.
Los críticos literarios siempre han tratado de dilucidar cuál fue el más grande entre los autores de novelas de misterio en la primera mitad del siglo XX americano, y la disyuntiva siempre ha tenido a Chandler y a Dashiell Hammett como litigantes. Chandler dijo de su coetáneo Hammett cosas tal vez demasiado sinceras: “Todos los movimientos literarios son así: se elige a un individuo como representante de todo el movimiento, por lo general es la culminación de éste. Hammett fue el as del grupo, pero no hay en su obra nada que no está implícito en las primeras novelas y cuentos de Hemingway”. Por entonces, cabe deducir, también se imponían las guerras de egos como ahora.
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