El camino natural de entrada al mundo del cine durante décadas ha sido para los profesionales del Séptimo Arte el teatro, las artes escénicas, su aprendizaje y su teoría. Pero un buen puñado de cineastas, entendido el término como todos aquellos que han hecho o hacen cine y no necesariamente de forma exclusiva los directores, comenzaron o realizaron tareas durante alguna etapa de sus vidas en la Radio, el medio en el que la palabra y la música son los vehículos de expresión.
De entre los profesionales que recalaron alguna vez en la Radio, y salvando el caso tópico de Orson Welles, maestro del cine y maestro de la realización radiofónica, se han seleccionado los casos más o menos conocidos de estrellas y técnicos de la gran pantalla que destacaron en las ondas alguna vez.
Richard Brooks, realizador independiente americano, mostró muy pronto, a los 20 años, su pasión por la Radio. Se dedicó al periodismo deportivo y seguramente fue uno de los precursores de los narradores de eventos del deporte tal y como los conocemos hoy en día.
Además de esas tareas de locutor, escribió editoriales y auténticos libretos radiofónicos, con lo que asentó un gusto extremadamente refinado por las adaptaciones literarias en las que luego serían sus películas.
Contratado en 1934 por el Philadelphia Record en la sección de deportes, pasa a Nueva York para seguir su carrera radiofónica hasta que es llamado desde Hollywood para iniciar la que sería brillante filmografía, en la que no faltaron la referencia a su profesión periodística, Deadline USA (El cuarto poder), ni la adaptación fiel al original de Truman Capote In cold blood (A sangre fría). Todas sus películas le debieron siempre algo a su carácter de narrador.
Frank Capra, el inmigrante italiano que defendió con mayor estima el american way of life en la época rooseveltiana del New Deal. Había nacido en Palermo en 1897, y a su llegada al Nuevo Mundo se dedicó a mil y un oficios, siempre acometidos con el ansia de aprendizaje que luego plasmaría en sus películas. En esa época, trabajó en la radio, haciendo funciones desde chico para todo: hasta dialoguista en algunos seriales de éxito. En la contienda mundial de los años 40, Capra realizó con estilo periodístico y narración de corte radiofónico la serie de propaganda bélica Why we fight, que fue vista por decenas de miles de soldados americanos antes de partir hacia el frente.
Célebre es la alocución del personaje central de Caballero sin espada, Jefferson Smith, ante el Congreso de la Unión, con una puesta en escena característica de las intervenciones en radio de los políticos.
Muchos cómicos de cine nacieron y se desarrollaron en la radio, y en muchos casos obtuvieron más éxito en este medio. Abbott y Costello, la pareja cómica más conocida de los años 30 y 40, son ejemplo de ello.
William Abbott y Lou Costello tuvieron experimentada comicidad ante el micrófono, donde mostraron su habilidad para plantear situaciones absurdas y diálogos demenciales. La parodia fue su especialidad, y en la pantalla fueron muy famosos aunque su verdadero medio de expresión nunca fue abandonado del todo.
Los Hermanos Marx no podían ser ajenos a la radio, una vez conseguido su éxito sobre los escenarios de hilarantes revistas y en películas iniciáticas como Horse Feathers (Plumas de Caballo) o The Cocoanuts (Los cuatro cocos).
Escribieron diálogos que fueron radiados desde el mítico Hotel Algonquin y vitoreados décadas después por el grupo de intelectuales cuyo núcleo formaron Dorothy Parker y el guionista George S. Kaufman, a los que se uniría ávido de diversión el imprevisible Harpo.
En 1931 los Marx recibieron una oferta para un Radio-Show que no cristalizó, pero tres años después, los dos hermanos más caústicos y brillantes, Groucho y Chico, fueron contratados para un programa de media hora, Flywheel, Shyster and Flywheel, en el que daban voz a un insolente abogado y a su incompetente secretario.
El espacio estuvo 26 semanas en antena, pero se disolvió como el azúcar cuando desapareció el sponsor, la potente Standard Oil de New Jersey. Aun así, los eléctricos diálogos del programa han sido editados en libros y cuentan por millones los ejemplares vendidos.
Caso aparte es el del gran Jack Lemmon, experto cómico y actor dramático de potente registro, que estudió en Harvard y que aprendió en la radio la vivacidad de sus frases y sus diálogos, en tantas películas demostrada. Lemmon fue actor de comedia en la radio americana de los años 40.
Jerry Lewis, natural de Newark, New Jersey, es uno de los artistas mejor dotados para la comedia que ha dado el siglo. Un malentendido le puso en unas pruebas, encima del escenario, junto a un joven bien parecido, más alto y más guapo que él, con quien llegó a conectar de tal forma que formarían pareja durante dos décadas en el cine y en la radio. En el teatro, en la gran pantalla, en el music-hall, y en programas radiofónicos ácidos y musicales, Jerry Lewis y Dean Martin llegaron a convertirse en la pareja cómica más popular de su época.
También en Europa los cómicos del cine tuvieron sus flirteos con la radio. Nino Manfredi, el inolvidable verdugo de Berlanga, se confirmó en el medio como actor de comedia. Y el francés Bourvil, André Raimbourg, auténtico artista total, demostró ser hombre de radio con sus trabajos en Radio París, donde se convirtió en el campesino de pueblo, el tonto que no ocultaba sus orígenes rurales (había nacido en la villa de Bourville, de la que tomó prestado el nombre).
Blake Edwards nació como guionista en la radio americana, en las pequeñas emisoras del estado de Oklahoma, en cuya capital Tulsa había nacido. Muchas ideas de guión de sus películas tienen base en situaciones de seriales radiofónicos, incluso las más visuales, con un conocimiento del espacio que aprendió sin poderlo «enseñar» en sus trabajos para la radio.
Entre los músicos de relieve y talla internacional que trabajaron para la radio, Jerry Goldsmith es el más destacado. En los años 70 escribió las partituras de centenares de programas, buceando en fuentes y referencias provenientes del folk y la música clásica. Su obra para el cine va desde las bandas sonoras de Alien y Chinatown, hasta los westerns Río Lobo y La balada de Cable Hogue.
Robert Altman es un hombre de mundo, como sigue demostrando película tras película. Combatió en la Segunda Guerra Mundial en la US Air Force, pilotando bombarderos, y del frenesí del combate pasó a la batalla de las ondas hertzianas, donde escribió guiones y programas enteros. En Nueva York pasó sus años de juventud, llevando una vida bohemia en la que incluso se vio obligado a trabajar haciendo tatuajes.
Mary Astor, por el contrario, fue una aristócrata en todo aquello que hizo en su carrera. Lucille Vasconcellos Langhanke, rocambolesco nombre que tuvo lógicamente que modificar, ganó un concurso de belleza que le permitió acceder a la pantalla, aunque para entonces ya había obtenido una sobrada experiencia como locutora en la radio, donde aprendió la soberbia dicción que exhibió en sus diálogos con Sam Spade-Humphrey Bogart. Por el papel de Brigid O´Shaughnessy ganó el Oscar.
El caso de Gloria Swanson no tiene parangón en la Historia del Cine, en lo que a su relación con la radio respecta. Fue una gran, grandísimia estrella en el mudo, llegó a lo más alto con su Reina Kelly y al llegar el sonoro, su fulgor desapareció.
En 1934, como tantos otros grandes actores de la época silente, dejó el cine y dedicó todos sus esfuerzos a los negocios… y a comenzar una increíble carrera en la radio antes de enfrentar su verdadero crepúsculo al atravesar, de la mano del cínico Billy Wilder, Sunset Boulevard. Fue la caída de una diosa que supo encontrar en el micrófono, donde nadie podía ver su decadencia, la erótica del estrellato que nunca quiso abandonar.
Grande entre los grandes, Lionel Barrymore fue locutor, músico, escritor y pintor, amén de otros muchos campos de la creación que pudo experimentar. En la radio formó los cimientos de la vocalización del idioma inglés en su perfección, tan cara a los americanos. También su hermano John fue un gran orador y experto en recitar textos.
En Europa, dos casos singulares: Ettore Scola, letrado formado profesionalmente en Treviso, periodista de humor que siempre supo, en su vida y en su cine, mirar de forma crítica a la sociedad italiana. Trabajó en la radio en los años 50. Y Franco Zeffirelli, actor de radio gracias a cuya práctica pudo pagarse los estudios de arquitectura en Florencia.
Muchos son los artistas del medio cinematográfico que hunden sus raices profesionales en la radio. Desde directores hasta guionistas, actores y actrices, músicos y productores, he aquí una reseña de los más destacados.
La producción radiofónica de Orson Welles La Guerra de los Mundos conmovió a los oyentes norteamericanos en los albores de la década de los 40. El genio de Welles estaba secundado en el talento de un grupo de profesionales de la radiodifusión, el más importante de los cuales fue Paul Stewart, afamado locutor de la radio neoyorquina que se asoció con Welles para la puesta en marcha del proyecto basado en la obra de H.G. Wells.
Stewart usufructuó más tarde los éxitos cinematográficos del genio, apareciendo como secundario en Ciudadano Kane, aunque su actividad en la radio no desapareció: al contrario, puso en marcha la emisión en el frente de los programas News from Home, para la Office of War Information, que eran emitidos para los soldados americanos durante la Segunda Guerra Mundial.
Junto a él, y con mayor reconocimiento mundial como consecuencia de su trabajo en el cine, el músico Bernard Herrman participó en la elaboración del mítico programa, escribiendo la partitura. Howard Koch, guionista de grandes recursos muy utilizado en el Hollywood de la época dorada, escribió el guión de War of the Worlds«.
Ed Begley; William Bendix, el marino herido en Naufragos de Hitchcock; Jack Benny, muy popular en la radio americana en los años 30, famoso en el cine por su papel en To be or not to be de Lubistch, en la que «le hacía a Shakespeare los que los alemanes le hicieron a Polonia»; Ann Blyth; Eddie Cantor, actor cómico que se adaptó mejor a la radio que al cine; el «malo» Ted De Corsia, secundario en tantas películas B; Leo Genn, locutor de la BBC al que se conocía como «el hombre con la voz de terciopelo negro»; Anne Francis, que fue a la radio lo que Shirley Temple o Elizabeth Taylor al cine, una estrella precoz; John Frankenheimer, director de cine que se formó en la cadena radiofónica de la CBS; Mel Ferrer, disk-jockey y productor de shows en la NBC; o José Luis Garci, el cineasta español que más ha amado la radio, a la que en todas sus películas hace guiños y en la que trabajó en varias etapas, son otros ejemplos del binomio casi desconocido de radio y cine.
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