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La clonación de Duprez

Gilbert-Louis Duprez fue un tenor francés nacido (1806) y muerto en París (1896) que, después de una carrera como lírico ligero, se enfrentó a partes más pesadas para su cuerda, estrenando Arnold de Guglielmo Tell de Rossini en su presentación italiana, Benvenuto Cellini de Berlioz, Fernand de La Favorite, Polyeucte de Les Martyrs y Dom Sébastien de Donizetti, además de Gaston de Jérusalem de Verdi, el equivalente italiano al Oronte de I lombardi alla Prima crociata.

Pasó a la posteridad empero por ser el “inventor” del llamado do de pecho, es decir, la emisión de esta nota aguda a pleno pulmón y no en falsettone, el falsete reforzado conseguido utilizando las resonancias de cabeza y dándole así una potencia, luminosidad y claridad muy atractivas. Método que Duprez elaboró a partir de la técnica aprendida con otro insigne colega, Domenico Donzelli, y que comenzó a utilizar a partir de 1831, imponiéndola para la posteridad.

Duprez, que “descubrió” esa impactante resonancia pectoral cantando precisamente Arnold, recibió comentarios negativos por parte de Rossini, quien comparó ese sonido al emitido por un capón en el momento en que lo degollaban, según dejó escrito el musicólogo belga Edmond Michotte. A Rossini le parecía que ese recurso quebrantaba las reglas más preciosas del belcantismo, un crimen de lesa majestad. De nada le sirvió su rechazo. Esa nota del do de pecho se ha erigido como cruz y delicia para todos los tenores, infalible potencial para meterse al público en el bolsillo.

Dos tenores norteamericanos, John Osborn (1972) y Michael Spyres (1977) evocaron en sendos discos con apenas cinco meses de diferencia (septiembre de 2016 a febrero de 2017) el arte del mítico cantante francés. Los dos tenores comparten repertorio en estos discos: Gaston, Fernand, Edgardo (Osborn lo canta en francés, Spyres en italiano) Cellini y Dom Sébastien.

Por parte del más joven, Spyres evita Polyeucte de Les Martyrs y el ya citado Arnold de Guillaume Tell (probablemente por haber grabado antes las versiones completas de esas óperas) y suma fragmentos del Otello rossiniano (en francés), La reina de Chipre y Guido et Ginévra de HalevyLe lac des fées de Auber y Rosmonda d’Inghilterra de Donizetti. Por parte de Osborn, aparecen esos dos momentos que faltan en la oferta de su colega, los de Guillaume Tell y de Les Martyrs. Sin embargo, ninguno canta nada de Parisina de Donizetti que Duprez estrenó en Florencia en 1833, a pesar de que Ugo cuenta con un considerable momento de brillo, Io sentii tremar la mano.

Independientemente del distinto soporte vocal, donde suena con mayor atractivo la voz de Spyres que la de Osborn, dos instrumentos de coloridos no muy italianos pero perfectamente encuadradas en su tesitura tenoril. La de Spyres por su mayor claridad se acercaría a la del contraltino rossiniano mientras que la de Orborn se hallaría algo más próxima a la del baritenor. Voces las de los dos cantantes bien emitidas y proyectadas.

En cuanto a las lecturas, si se toma una página común contenida en el disco, el larghetto Seul sur la terre de Dom Sébastien de Donizetti (Deserto in terra en la versión italiana más difundida), donde el rey lusitano derrotado por las tropas de Abayaldos encuentra consuelo recordando a la amada Zaide, se pueden sacar algunas conclusiones.

Los dos cantantes la plantean con similar concepto, contando asimismo con una similar presencia orquestal y con las voces adquiriendo mayor sonoridad a medida que avanza el aria y con ella el estado de ánimo del personaje. Comienza con una emisión a mezzavoce que resulta mucho más aterciopelada o atractiva en Spyres que en Orborn, mientras que éste se resarce a medida que va alcanzando las notas más altas (tres dos agudos y un re bemol sobreagudo), notas que le quedan algo más redondas que a su colega. Porque Spyres, según esas notas estén en una vocal o en otra, siempre emitidas canónicamente, suenan mejor resueltas. Así en la “a” de “mirage” el agudo es mucho más rico que en las “es” de “misère” y “coeur” e incluso algo más que en la “i” de “oui”. De todos modos, la voz de Spyres es más bella que la de Orborn y ello obra bastante en favor. Los dos cantantes ofrecen lecturas modélicas de una página tan proclive para demostrar los modales belcantistas de los dos intérpretes.

Charles de Boigne en su libro de recuerdos, Petites Memoires de L’Opéra (1857), cuenta sobre Duprez que desde el momento en que Arnold dio la primera nota en una representación parisina de Guillaume Tell “ ya había conquistado al público. En esa velada todos los descontentos, los nourritistas (Adolphe Nourrit fue quien estrenó esa parte tenoril rossiniana en 1829), dispuestos a lanzar sus dardos sobre Duprez resultaron vencidos. Jamás se había escuchado en el recinto de la Opera una voz semejante, con un canto tan generoso, con un recitado tan magníficamente declamado”.

El oyente actual, ante la escucha de estos dos estupendos discos, tiene a su cargo la problemática tarea, si quiere planteársela, de decidir cuál de los dos tenores, Spyres u Osborn, es capaz de conseguir ese efecto que Duprez logró en el París decimonónico del barón de Boigne.

(Como complemento informativo de los dos discos objeto de este artículo: John Osborn en A tribute to Gilbert Duprez está acompañado, entre el 13 y el 16 de septiembre de 2016, por el Coro y la Orquesta de la ciudad de Kaunas (Lituania) bajo la dirección de Constantine Orbelian, un registro para el sello Delos que suma una duración de 62’. Carlo Rizzi con The Hallé acompaña a Michael Spyres, bajo el título de Espoir, para Opera Rara con un metraje de 78’. Realizado en febrero de 2017, cuenta con la colaboración de la soprano canadiense de origen libanés Joyce El-Khoury que interviene en el dúo de la partitura de Halévy como Ginévra).

Imagen superior: Gilbert-Louis Duprez fotografiado por Disdéri.

Copyright del artículo © Fernando Fraga. Reservados todos los derechos.

Fernando Fraga

Es uno de los estudiosos de la ópera más destacados de nuestro país. Desde 1980 se dedica al mundo de la música como crítico y conferenciante.
Tres años después comenzó a colaborar en Radio Clásica de Radio Nacional de España. Sus críticas y artículos aparecen habitualmente en la revista "Scherzo".
Asimismo, es colaborador de otras publicaciones culturales, como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Crítica de Arte", "Ópera Actual", "Ritmo" y "Revista de Occidente". Junto a Blas Matamoro, ha escrito los libros "Vivir la ópera" (1994), "La ópera" (1995), "Morir para la ópera" (1996) y "Plácido Domingo: historia de una voz" (1996). Es autor de las monografías "Rossini" (1998), "Verdi" (2000), "Simplemente divas" (2014) y "Maria Callas. El adiós a la diva" (2017). En colaboración con Enrique Pérez Adrián escribió "Los mejores discos de ópera" (2001) y "Verdi y Wagner. Sus mejores grabaciones en DVD y CD" (2013).