Daniel Tubau se interna en la mitología como lo haría un autor de documentales de la vieja escuela. Digo esto porque las decisiones que toma en su nueva obra acaban invitándonos a fijar la mirada sobre un mundo físico, sensual, muy humano, digno de ser narrado por medio de planos y secuencias.
Uno lee Maldita Helena y en la memoria se prenden imágenes épicas, perturbadoras, poéticas… Imágenes que siempre estuvieron iluminadas por la literatura, pero que asimismo, desde hace siglos, vibran en la frecuencia de la pintura, la escultura, el teatro o el audiovisual.
Conviene tomarse en serio los mitos grecolatinos. Gestas, leyendas y melodramas que se difundieron oralmente, pero que, por una costumbre de mediados del siglo XX, casi siempre se han proyectado en CinemaScope y Technicolor, con banda sonora de Miklós Rózsa o Max Steiner y una voz en off que evoca las brumas del pasado.
Gracias a una tenaz bibliofilia, Tubau ‒un creador muy completo‒ elabora aquí un ensayo con ecos intelectuales muy diversos. De entrada, está claro que lo suyo es la claridad narrativa. Sientes en cada página cómo ordena los cuadros que nos llevarán hasta un enfoque general. Asimismo, conduce nuestro interés con precisión y elegancia, y de ese modo, logra lo que muchos académicos anhelan: explorar el bosque de los mitos sin sustraerse de la presencia de un lector que también necesita emocionarse.
Ahí es nada: el autor investiga, divulga, narra, trasluce su mirada del mundo clásico, y sobre todo, entretiene desde la primera frase hasta que se cierra el telón.
La gran protagonista del libro, Helena de Troya o Helena de Esparta, tiene una vida ‒o varias vidas, incluida una de carácter espectral‒ con acontecimientos que parecen fruto del azar, pero que, en cierto modo, responden a un plan. Y todo lo que tiene sentido en ese plan es aquí analizado por Tubau, un observador atento, que se desdobla en historiador, antropólogo, mitógrafo, viajero, narratólogo y diría que hasta filósofo.
Se lo aseguro: Maldita Helena no se disfruta sólo con el intelecto. El entusiasmo que provoca no se debe únicamente a la erudición del autor, o a las curiosidades que animan cada capítulo. La naturaleza casi proteica del personaje ‒ficción pura, arquetipo, alegoría de su propio destino, fantasma, amante incomprendida, víctima, objeto de deseo, sombra de una figura real‒ invita al apasionamiento.
Lo mismo sucede con las epopeyas, travesías y enredos en los que Helena se ve envuelta. Y es precisamente esa pasión la mayor de las virtudes de este libro, aunque no sea, ni mucho menos, la única. De hecho, cuando uno completa su lectura, sabe que algún día, con parecida felicidad, ha de volver a las páginas de Maldita Helena.
Sinopsis
Helena es quizá el personaje que más se parece al inquieto Ulises, aunque de ella sabemos mucho menos. Pero esta Helena de muchas formas, cambiante en la voz de cada poeta, dramaturgo o filósofo nos sigue fascinando precisamente porque no se deja atrapar en una única definición, en un retrato inmóvil y, por lo tanto, sin vida.
Daniel Tubau nos acerca a este fascinante personaje admirado y odiado por poetas, dramaturgos, filósofos y eruditos, que la han considerado el símbolo de la belleza y la pasión, pero que también la han acusado de adúltera, traidora a su patria y causante de una guerra espantosa. Con maestría, haciendo patente su capacidad de evocar y conectar referencias que parecen alejadas, el autor nos invita a visitar decenas de lugares (porque Helena no solo estuvo en Troya y en Esparta), descubriendo en el camino las diferencias entre los mitos, obras, discursos políticos, diatribas filosóficas y comedias o tragedias en las que ha aparecido Helena; y se propone rescatar, a partir de todas esas huellas históricas, los rasgos originales de un mito antiquísimo. Se aleja de la imagen estereotipada y nos muestra los matices y la riqueza de una de las grandes protagonistas de la cultura grecolatina, combinando la mitología con todo tipo de materias. Tubau evidencia un profundo conocimiento de la materia, que va más allá de la mera recreación histórica, para proponernos un diálogo que nos permite comprender la complejidad de una personalidad contradictoria pero siempre fascinante como es Helena.
Daniel Tubau nació en Barcelona, pero vive en Madrid. Su amor por la mitología lo descubrió gracias a un libro que le regaló su madre. Tras escribir y publicar varios cuentos, ensayos y novelas entre los 18 y los 24 años, impulsado por su amor hacia los pensadores griegos, decidió estudiar Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó como guionista y director de televisión durante más años de los necesarios y, como Sísifo, aún lo hace. Ha sido profesor de guion en Argentina, Cuba, Perú y República Dominicana, profesión que también ejerce en España. Ha publicado libros de ensayo como Nada es lo que es, Elogio de la infidelidad o La verdadera historia de las sociedades secretas, pero también acerca de un mito moderno como Sherlock Holmes (No tan elemental), o sobre el estratega chino Sunzi (El arte del engaño), así como una novela de ciencia ficción (Recuerdos de la era analógica) y tres libros de guión (Las paradojas del guionista, El guión del siglo 21 y El espectador es el protagonista).
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