Pues os voy a decir una cosa: me estoy releyendo Garras de Astracán, de Terenci Moix. Después de llevar años revolviendo toda mi casa, buscando el ejemplar, apareció por sorpresa, delante de mis ojos, hace cosa de tres semanas. Entiendo que penséis ¿y cómo se puede perder un libro y aparecer milagrosamente? Claro, para explicároslo tendría que enseñaros mi casa y mis libros. Pero se trata de una imagen que no es ni instagramer ni mucho menos recomendable para esa visión idílica y ordenada que transmito de mí misma y mis mismidades… así que: no.
Pues bien. Como os decía, me encontré con Garras de Astracán y, una vez superada la primera impresión, me dije: ¿y si me lo releo? Esa es una decisión complicada porque, claro, no todos los libros leídos en la juventud soportan el paso de los años. Es más: no todos los escritos envejecen bien, algunos se observan desfasados. Y, claro, no quería yo desilusionarme y, menos, con un libro icónico como Garras de Astracán de mi amado Terenci.
Empecé a releer como con miedo. Pero un libro que arranca con el comienzo de Historia de dos ciudades (“Era la mejor de las épocas, era la peor de las épocas…”) y cuya primera frase es “Desde que soy tortillera veo la vida de otro modo…” nunca puede defraudar. Jamás.
Sólo lo leo mientras como y, después, un rato de sobremesa. Si tengo la mañana libre, aprovecho para re-desayunar y leer algunas páginas. Y subrayo frases. Y pongo marcas. Y hablo sola en voz alta. Porque Garras de Astracán, escrita hace casi tres décadas, es rabiosamente actual. Porque Terenci decía cosas increíbles hace treinta años. Cosas que, incluso hoy en día, sorprendería leer, por lo arriesgadas. Qué tuitero hemos perdido. Que días de gloria nos daría Terenci en 140 caracteres, ya no te digo en 280…
“A los dieciséis años una mujer es inconsciente y todavía espera de los hombres lo que una de mi edad ya sabe de sobra que no pueden dar”.
“La mujer que pasados los cuarenta no ha comprendido que la revolución empieza por una misma, esa mujer se va directamente a la mierda”
“Se nos ha inculcado que, entre todas las opciones del siglo, nuestras masas prefieren la mediocridad y, entre cualquier alimento, siempre la bazofia”
“Existen mujeres cuya fama de inteligentes las destina a convertirse en receptáculo de los problemas de los demás, aunque éstos parezcan negados a la inteligencia. Y por otro lado nada indica que aquellas mujeres, tan notables, tengan vocación de consultorio radiofónico”
“No era un intercambio desconocido para algunas mujeres de las que solemos llamar superiores, mujeres como Imperia que encuentran en el homosexual su mejor aliado y a menudo su enfermero. ¿No iba a ser así? La mujer poderosa y el homosexual inteligente han comprendido al unísono la escasa consistencia del sexo absoluto llamado hombre. Ambos han mirado al fondo del abismo de la lucha eterna sólo para comprender que han perdido la batalla de antemano. Se alían entonces para contarse las bajas en el combate y descubren para su horror que la guerra no se acaba nunca”
Llevo cien páginas. Y es como si me lo estuviera leyendo por primera vez. Maravilla.
Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.