Cualia.es

‘Pequeño bastardo’, de Richard Parra

Critica de Pequeño bastardo libroImaginaos La colmena de Cela escrita por Jim Thompson.

Pues ese nivel de molonería ostenta el Pequeño bastardo de Richard Parra, la nueva y recentísima novela del Premio Nacional peruano.

El título procede del nombre del coche que mató a James Dean. De manera consecuente y en poco más de 200 páginas, Parra ensambla un mosaico humano apasionante a mil por hora y sin dejarnos poner el cinturón de seguridad. Como un piloto dado a todos los diablos, toma decisiones todo el tiempo y se pega a las curvas sin derrochar una sola vuelta de neumático, y en eso reside gran parte de la diversión. El tío te monta una novela río en un reguero de aceite, orín y sangre, con una capacidad de concisión emocional que yo sólo he leído en Jim Harrison.

Inventa y atropella personajes en una sola frase.

Sí, la novela cita a Faulkner y hay tuneo de peso que justifica la mención; también creo que, en un rincón de su corazoncito, Parra aún aloja a un Bukowski resacoso, hamacándose y recuperándose de la curda y cagándose en nuestros muertos con malicia cómplice de compadre.

Pero en la Lima canalla y revuelta de los 80 Bukowski no hubiera sobrevivido una noche. Así que tal vez la referencia adecuada sea Sven Hassel, que a fin de cuentas es un Bukowski en una guerra mundial y sin tanta autoconsciencia marquetera.
Parra es un Hassel del asfalto criollo, que es un asfalto bélico por antonomasia.
Y la jerga… ¡esa jerga! No hay jerga del español más hermosa que la limeña y Parra convive y respira y juguetea con ella como Tarzán con sus fieras. O habría que decir jugotea, porque juega y le saca jugo a un tiempo.

Este libro es, en suma, un recorrido vertiginoso que contra todo pronóstico no se estampa contra el pabellón de los comentaristas: te deja vivito y coleando ¡y eufórico! en la línea de meta…

…y con ganas de repetir circuito.

Sinopsis

Pequeño bastardo es un relato que crece de manera metastásica a partir de sus personajes principales, Charly y Sybila, para incluir relatos de numerosos personajes secundarios, al parecer intrascendentes: el de Pujarraco, un niño de la calle que se convertirá en líder de una barra brava; el del policía encargado de reprimir las huelgas de los maestros; el de una joven cuyo padre siempre la ha relegado por «bastarda»; el de un cura abusador que recibe su merecido.

Pequeño bastardo es, simultáneamente, una novela política documental; un relato pop decadente y superficial; una memoria mutilada sobre la migración, la guerra, el desamor y la infancia; un cúmulo de textos que combinan tragedia y humor, compromiso y desengaño, idealismo y cinismo.

Pequeño bastardo es, qué duda cabe, la novela monstruo de Richard Parra que estábamos esperando.

Parra escribió Los niños muertos y las novelas cortas Necrofucker y La pasión de Enrique Lynch. También los libros de cuentos Resina (Premio Nacional de Literatura 2021) y Contemplación del abismo, así como el ensayo La tiranía del Inca (Premio Copé 2014). Coescribió el guion de la película animada peruana Cabeza negra. Se licenció en Literatura por la PUCP y se doctoró en NYU. Ha publicado en medios como El PaísViceEl Asombrario y Lucerna. Sus cuentos han aparecido en antologías en Estados Unidos, España, Francia y Perú. Su libro Resina será traducido al portugués por la editorial brasileña Peabiru. En la actualidad, dicta talleres de escritura creativa en la UNMSM y la PUCP.

Copyright de imágenes y sinopsis © Seix Barral. Reservados todos los derechos.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
(Avatar © David Campos)