Decidir cómo reaccionar cuando el destino juega con nuestras expectativas. Buscar paz en la adversidad. Vivir con un propósito. Estos y otros objetivos atraerán, sin duda, a los lectores que se acerquen al nuevo libro de Daniel Tubau: una lúcida reinterpretación, puesta al día, de lo que nos legó una de las mentes más influyentes de la filosofía grecolatina.
En realidad, no sabemos de Epicteto tanto como nos gustaría. Sus biógrafos han dejado claro que nunca lo tuvo fácil. Nació hace casi dos mil años en Hierápolis (hoy Pamukkale, Turquía). Era uno más entre los esclavos de una familia romana, pero gracias al permiso otorgado por su dueño, Epafrodito, alcanzó una educación esmerada.
¿Cómo se avienen la esclavitud y una cultura sofisticada? A estas alturas, ya deberíamos tener claro que en el Imperio ambas situaciones eran compatibles. Y en cierto modo, Epicteto es la demostración viva de que aquellos principios que le enseñó su primer maestro, el estoico Musonio Rufo, tenían el mismo valor para un aristócrata y para el más desafortunado de los sirvientes. Quizá porque el estoicismo no es otra cosa que una vía privilegiada para hallar la libertad interior. Pero eso no es todo.
«Con el tiempo ‒escribe Daniel Tubau‒, Epicteto obtuvo la libertad de su amo, quien había caído en desgracia tras la muerte de Nerón por ayudarle en su suicidio, en vez de evitarlo (el emperador Domiciano condenó finalmente a muerte a Epafrodito). Una vez convertido en liberto, Epicteto decidió imitar a su maestro Rufo y adoptó la vestimenta y la barba que caracterizaban a los filósofos».
En Nicópolis, una ciudad de la región del Epiro, fundó su propia escuela. «Dedicaba las mañanas a tratar asuntos de lógica y de física -nos dice Tubau-, así como a la lectura de las obras de los grandes maestros estoicos, en especial de Crisipo, pero también quizá las de Cleantes o los testimonios que se conservaban del fundador, Zenón de Citio«.
Lo que depende y no depende de nosotros
A primera vista, identificamos la filosofía de Epicteto con cierto tipo de fortaleza resolutiva. Sin duda, como ahora veremos, algo hay de ello.
Frente a quienes se llevan las manos a la cabeza ante cualquier contrariedad, el estoico entiende que el hecho de vivir nos deja todo tipo de rozaduras. Por eso mismo, el bienestar depende de aquello que está bajo nuestro control: la mejora armoniosa de nuestro carácter, el dominio de los deseos, el cultivo de pensamientos desapasionados y la templanza a la hora de aproximarnos a la realidad.
«Primero advierte -leemos a Tubau en esta relectura estoica- que surge en ti una reacción que pugna por hacerse efectiva, detente a examinarla y dictamina si es algo que depende de ti o si forma parte de las cosas indiferentes, porque solo lo que depende de ti siempre está bajo tu arbitrio: tú eres el responsable de tus emociones y de las acciones que decidas llevar a cabo gracias al uso de la razón».
La monumental herencia de Epicteto
Como los grandes sabios de la Historia, Epicteto nunca escribió un libro. Sus ideas han atravesado los siglos gracias a su discípulo Arriano de Nicomedia, quien recogió las ideas del maestro en el Enquiridión y en las Disertaciones.
Con el paso el tiempo, la figura de Epicteto ha ido agigantándose. Desalentado por la falta de certezas que nos proporciona el nuevo siglo, el lector contemporáneo ha buscado en este personaje una forma de «serenidad laica» y un modelo de vida deseable: la de aquel que inspira a los demás a través de sus actos.
Un libro ejemplar
Tubau no defrauda nunca. Ya lo ha demostrado con otros libros que popularizan el legado humanístico. Ahora, siguiendo esa misma línea, nos plantea en este excelente Manual estoico de vida una introducción didáctica y sugestiva al pensamiento de Epicteto.
Se trata de un volumen para leer sin prisas. Ameno, alejado del estilo arcaico que temen quienes desconocen a los clásicos. Bien estructurado, muy fiable en su documentación y en sus conclusiones, el Manual resume y destaca, capítulo a capítulo, todo aquello que en la obra del filósofo tiene, a estas alturas, un alcance universal. En definitiva, un libro imprescindible.
Sinopsis
En los últimos años, hemos escuchado infinidad de veces que el estoicismo es una filosofía de emperadores y esclavos. El emperador es Marco Aurelio, por supuesto; el esclavo, Epicteto, que se convirtió en maestro estoico y mentor del primero, y que recogió en el Manual sus enseñanzas esenciales. Dicha obra, también conocida como Enquiridion o Discursos de Epicteto, es la joya del estoicismo. Su título ya era de por sí elocuente, pues significa «lo que se puede tener en la mano». Sin duda, una guía práctica y accesible.
Sus enseñanzas nos muestran cómo alcanzar la tranquilidad y la verdadera libertad mediante el control de nuestras opiniones y deseos. Su sencillez y profundidad lo han convertido en una referencia imprescindible para quienes desean aplicar el estoicismo en su vida diaria.
En esta edición única, Daniel Tubau nos ofrece por primera vez una actualización comentada de las enseñanzas de Epicteto, así como un análisis claro y profundo del estoicismo, destacando tanto sus puntos fuertes como sus debilidades, y explicando por qué esta filosofía práctica nos sigue fascinando casi dos mil años después.
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