Algo tendrá la jota aragonesa cuando suscitó el interés de renombrados compositores del panorama europeo del siglo XIX.
Durante sus respectivos viajes a España, el de Liszt, entre 1844 y 1845, y el de Glinka, entre 1845 y 1847, ambos compusieron obras inspiradas en temas de jota aragonesa. Aún desde Lisboa, en enero de 1845, Liszt escribía la Grosse konzertfantasie über spanische Weisen (S.253) [Gran fantasía de concierto sobre temas españoles] (publicada en 1887) y, después, el Romancero espagnole (S. 695c), cuyo manuscrito inédito fue descubierto por el pianista Leslie Howard en Weimar y publicado en el Liszt Society Journal de 2009.
Glinka, por su parte, desde su alojamiento en la Puerta del Sol de Madrid, compuso, en el otoño de ese año una fantaisie pittoresque titulada Capriccio brillante sur le thème de la Jota aragonesa que, ante la imposibilidad de ser estrenada en el madrileño Teatro del Circo, se escuchó por primera vez en Varsovia en 1848 y, después, en San Petersburgo, en 1850, ambas con un gran éxito.
Después del estreno de la Jota de Glinka en Weimar, el 1 de enero de 1858, por parte de Liszt, éste decidió recuperar algunos de los temas de su gira hispano-portuguesa en una obra de fulgurante técnica pianística, la Rhapsodie espagnole, que compuso, en su mayoría, en Roma, durante los años de 1863 y 1864:
Incluso, el tema de la jota aragonesa llegó a la obra de Mahler al final del siglo XIX, dentro del scherzo de su Tercera Sinfonía “Resurrección”, que se estrenó el 9 de junio de 1902.
Aunque Glinka declaró haberse basado en temas de guitarra escuchados a un músico aficionado de Valladolid, Félix Castilla, es muy probable que ambos, Liszt y Glinka hubiesen escuchado la jota aragonesa en París, mucho antes de viajar a España, de manos de la gran difusora de la música popular española en la época, una dama francesa de origen español, Pauline García-Viardot, quien, a su vez, podría haber conocido tal melodía en su viaje artístico por España durante 1842, de un compositor aragonés, aún hoy desconocido para el gran público.
Hablamos de Florencio Lahoz, autor de la llamada Nueva jota aragonesa… que dio la vuelta al mundo durante el siglo XIX, de San Petersburgo a Nueva York.
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