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«El último deber», de Darryl Ponicsán

Como tantas otras veces, fue el cine lo que me descubrió una novela. En este caso, hablamos de una película muy sólida, El último deber (1973), protagonizada por Jack Nicholson. O quizá debería hablar de dos films, porque esta producción del malogrado Hal Ashby coincide en el tiempo con una cinta paralela, con la que guarda un aire de familia, Permiso para amar hasta medianoche (Cinderella Liberty, 1973), de Mark Rydell, con un espléndido James Caan en el papel protagonista.

Tanto El último deber como Permiso para amar hasta medianoche se ambientan en un entorno común, la Marina de Estados Unidos, y las dos son fruto de la imaginación literaria de un escritor, Darryl Ponicsán, que conoció a fondo ese hervidero de emociones que son las bases navales y los barcos militares. No me sorprende, por otro lado, que Ponicsán haya sido siempre un autor tan cercano al cine. Basta con leer El último deber ‒inédita hasta ahora en español‒ para apreciar ingredientes que son fáciles de traducir a la gran pantalla: tipos humanos de enorme relieve, situaciones en las que el drama y el humor se intercambian fácilmente, y sobre todo, diálogos vertiginosos, auténticos, con la huella y el impacto de la vida real en cada línea.

En el libro que nos ocupa, Ponicsán nos plantea, por un lado, un viaje de iniciación, y por otro, un trayecto que guarda similitudes con las buddy movies, esas películas en las que una pareja de tipos opuestos se ve forzada a entenderse a lo largo de un camino o de una misión.

En esta oportunidad, el operador de señales de la Patrulla Costera, Billy «Bad-Ass» Buddusky y su camarada Richard «Mule» Mulhall deben custodiar hasta su destino a un joven marinero de dieciocho años, Larry Meadows, acusado de robar cuarenta dólares de una hucha benéfica.

Para sorpresa de sus dos vigilantes, el pobre desgraciado ha sido sentenciado a ocho años de trabajos forzados y a un licenciamiento deshonroso. A lo largo del trayecto, que alterna los escenarios de baja reputación con visitas increíblemente emotivas, Bad-Ass y Mule deciden dar a Meadows la ocasión de disfrutar y de mirar el mundo con otros ojos.

La camaradería, la compasión, la sordidez, la simpatía y la tristeza se adueñan de este relato, escrito con gran corpulencia narrativa, encandenando los porqués de aquella década compulsiva que fue la de los setenta (Ponicsán, no lo olvidemos, publica este libro mientras los noticieros informan sobre batallas tan sangrientas como la de Kompong Speu y la de Prey Veng, que definen la carnicería que fue Vietnam).

En este sentido, la novela queda por encima del meritorio film de Hal Ashby, que omitía los dos capítulos finales. Sin embargo, por esas trampas que tiene la nostalgia, uno se siente ya incapaz de abordar esta lectura sin imaginar a Bad-Ass con el sonriente rostro de Nicholson.

Sinopsis

Dos marineros de la Patrulla Costera —Billy y Mule— son designados para escoltar a Larry, de dieciocho años de edad, hasta la prisión naval en la que deberá cumplir condena por un hurto de poca monta. La guerra de Vietnam está en su apogeo en esos días. Se trata a priori de una tarea fácil… hasta que los veteranos comprenden lo injusto de la sentencia y se ven afectados por la ingenua inocencia de su joven prisionero.

En los cinco días indicados para el servicio, ambos marineros deciden mostrar a Larry algo de la vida que aún desconoce para ayudarlo a sobrellevar la larga y dura prueba que le espera y purgar su propia vergüenza. Lo que sigue es un insólito recorrido en tren y autobús por la Costa Este y un indeleble viaje de iniciación y descubrimiento, lleno de sabiduría empapada de cerveza, luces de neón, juergas, peleas, libertinaje, amor y sorprendentes momentos de ternura.

El último deber, la ópera prima de Darryl Ponicsán, catapultó a su autor al Olimpo de los novelistas estadounidenses. Esta divertida y a la vez conmovedora novela fue adaptada al cine en 1973, protagonizada por Jack Nicholson, convirtiéndose en un clásico de la edad de oro del cine norteamericano. Esta primera edición en castellano coincide con la publicación en todo el mundo de su esperada secuela, La última bandera (también en Berenice).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.