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Crítica: «Todo el dinero del mundo» (Ridley Scott, 2017)

En estos tiempos que corren en los que el cine ya no es la variedad de ocio más popular, y pierde su trono ante las series e Internet, cualquier director que saque adelante una película por año merece cierto reconocimiento. Si además hablamos de grandes producciones, con la complejidad que eso suele implicar, el mérito es todavía más grande. Y si tenemos en cuenta que dicho director ya ha cumplido los 80 años, más allá de lo que nos puedan parecer sus obras, uno tiene que quitarse el sombrero ante Ridley Scott.

Después de Marte (2015) y Alien: Covenant (2017) ‒dos películas de ciencia ficción de calidad muy distinta, pero llenas de desafíos técnicos‒, Scott vuelve a nuestro planeta, a un tiempo pasado, para contarnos una historia inspirada en hechos reales, sucedidos en 1973.

El secuestro de un joven (Charlie Plummer), el nieto predilecto del hombre más rico del mundo (y de la Historia, en aquel momento) a cargo de quinquis calabreses, miembros de la ‘Ndrangheta, sirve como excusa para una combinación de thriller, drama y sátira, donde brilla especialmente el personaje del multimillonario en cuestión, J. Paul Getty, un viejo mezquino interpretado por el más que veterano Christopher Plummer, quien sustituyó a última hora a Kevin Spacey por siniestras y lamentables causas.

Todo el dinero del mundo se basa en el libro de John Pearson Painfully Rich: The Outrageous Fortunes and Misfortunes of the Heirs of J. Paul Getty (1995). Como marco general, la película refleja el enriquecimiento de los países productores de petróleo en Oriente Medio, incluyendo la creación de la OPEP y la (algo olvidada) crisis del 73. Como es natural, el film concede más importancia a los protagonistas, y narra los esfuerzos de la madre del chaval (Michelle Williams) para conseguir su liberación. Algo muy difícil, ya que no tiene dinero para pagar el rescate, y el hombre más rico del mundo se niega a soltar ni uno de sus adorados dólares, aunque para él no suponga una cifra notable.

Gran parte de Todo el dinero del mundo se desarrolla en Italia, escenario que parece gustar a Ridley Scott. El cineasta regala al espectador imágenes de gran belleza, pero también cercanas al cine criminal (e incluso al western) que se producía en aquellas tierras a comienzos de los 70, con unos villanos mugrosos, peludos y algo caricaturescos.

En realidad, la mayor parte de los personajes se acercan a la caricatura, como ese padre yonqui del chico secuestrado, o el ex agente de la CIA encarnado por Mark Wahlberg, un personaje algo prescindible en la historia. Pero el más estrambótico de todos es el avaro interpretado por Christopher Plummer. Avaro, insensible y cruel, el multimillonario de la película es una variación del modelo creado por Dickens y que ha pervivido a lo largo de los años con mínimos cambios. El J. Paul Getty de Todo el dinero del mundo es pariente directo del Scrooge de Cuento de Navidad, del Tío Gilito de Disney y de, especialmente, el señor Burns de Los Simpson.

Si se realizara Charles Montgomery Burns: la película, sería una mezcla de Ciudadano Kane y de Todo el dinero del mundo. Posiblemente la realidad supere a la ficción de esta película de Ridley Scott, pero lo caricaturesco de los personajes impide que el drama alce el vuelo, si bien los momentos de comedia (¿negra?) funcionan a la perfección, en especial ese asunto relativo a la figurilla de un minotauro.

No le falla la energía visual a un Ridley Scott al que ya le podemos calificar como incombustible. A estas alturas, nos queda claro que sus mejores películas fueron las del comienzo de su carrera, pero sin duda estamos ante un tipo que sigue atreviéndose con los más diversos retos cinematográficos, manteniendo una juventud envidiable, y no sólo para alguien de su edad.

Sinopsis

Roma, 1973. Unos hombres enmascarados secuestran a un adolescente llamado Paul (Charlie Plummer). Su abuelo, J. Paul Getty (Christopher Plummer), es el hombre más rico del mundo, un magnate petrolero tan multimillonario como avaro. El secuestro de su nieto favorito no es razón suficiente para renunciar a parte de su fortuna.

Todo el dinero del mundo cuenta la historia de Gail (Michelle Williams), la persistente y tenaz madre de Paul para quien, al contrario que Getty, sus hijos son más importantes que su fortuna. La vida de su hijo depende de un tiempo que se acaba, y los secuestradores se muestran cada vez más determinados, inestables y violentos. Cuando Getty envía a su enigmático hombre de seguridad, Fletcher Chace (Mark Wahlberg), a velar por sus intereses, él y Gail se alían en una carrera contrarreloj que revelará el valor del amor frente al dinero.

La película está inspirada en hechos reales. Algunas escenas, personajes y diálogos han sido novelados con fines dramáticos.

Todo el dinero del mundo comenzó cuando el productor Quentin Curtis eligió el libro de John Pearson sobre Getty, que se centra específicamente en el famoso secuestro. Luego, Quentin le presentó el proyecto al guionista David Scarpa.

«Por supuesto que conocía el secuestro, pero en realidad siempre quise hacer algo con respecto al dinero y el modo en que éste controla y moldea la vida de las personas. Cuando piensas en ello, muchas de nuestras decisiones, ya sea con quién elegimos permanecer casados, dónde elegimos vivir y qué trabajo elegimos asumir, etc., son impulsados por el dinero. Y, obviamente, las personas de bajos recursos se ven afectadas en cuanto a que sus elecciones y sus opciones son limitadas. Pero el dinero incluso influye emocionalmente en los ricos, ya que les proporciona libertad y poder, pero ¿qué hacer con eso? Cuando Quentin me contó sobre el proyecto, mi primera reacción fue, «¿Ah, el niño sin oreja?» Y me dijo, «Bueno, sabes que el otro hecho interesante en la historia es que Getty en ese momento, era el hombre más rico del mundo y el rescate estaba dentro de sus posibilidades, tenía mil millones de dólares y los secuestradores pidieron $ 17 millones, lo que era como un ticket de estacionamiento para él y, sin embargo, se negó a pagarlo». Eso llamó mi atención. Dije, «Estoy dentro», recuerda Scarpa.

Lo que intrigó a Scarpa era la notoria avaricia de Getty y lo que ésta representaba emocionalmente. El obstáculo no era el hecho de pagar el rescate y recuperar a su nieto, sino que era un tema psicológico, simplemente no podía soportar perder su dinero. Y así la historia pasa de ser un thriller sobre un secuestro a algo que analiza la influencia que el dinero tiene sobre este hombre, el modo en que esto afecta a su familia e incluso a los secuestradores. Lo más importante, la vida de un niño. Incluso este hombre rico, el más rico del mundo, es rehén del dinero», señala Scarpa.

Scarpa trabajó en el guion dándole forma a la estructura basándose en el secuestro y combinando dos géneros venerados de una nueva manera.

«El secuestro brindó la espina dorsal del guion, aunque retrocedemos en el tiempo hasta la infancia del niño y los antecedentes de quién era Getty. El mayor desafío estructural era equilibrar el drama del secuestro con una clásica película biográfica y, de alguna manera, mezclamos esos géneros. La idea era ir y venir entre el thriller y el drama familiar shakesperiano al mismo tiempo», señala Scarpa.

Scott destaca la fascinante dicotomía de J. Paul Getty, por supuesto que su famosa avaricia fue noticia en los titulares, pero también su visión para los negocios y, en última instancia, su filantropía.

«Getty tenía agallas y cerebro. Uno no vuela al Medio Oriente en 1948 y compra derechos de petróleo y tierra a menos que tenga coraje y astucia. Él era un hombre brillante, pero todo eso se desvaneció cuando le preguntaron cuánto pagaría por su nieto, y él respondió ‘Nada’. Todo el mundo quedó impactado. Pero a la vez él enviaba mensajes a los secuestradores. Las personas que secuestran personas son esencialmente terroristas y, en la actualidad, los gobiernos no negocian con ellos. Entonces, de alguna manera, el enfoque de Getty era moderno. ¿Habrá sido esa su intención real? Yo no lo creo, pienso que era una especie de mensaje hacia los secuestradores. Asimismo, la gente olvida que él era un filántropo en muchos niveles. Cuando comenzó a pensar en su legado, ya estaba en el proceso de construir lo que ahora es la Villa Getty en Santa Mónica, este hermoso museo de acceso gratuito para el público», señala Scott.

Inicialmente, el actor que interpretaba al icónico magnate, transformado por elaborados maquillajes y prótesis, era Kevin Spacey. Pero cuando surgieron las acusaciones de acoso sexual contra el actor, el arte y la vida se vieron enfrentados. Rápidamente, Scott junto con los socios de Imperative Entertainment, quienes también financiaron por completo la película y los retoques, decidieron reemplazarlo por el oscarizado actor Christopher Plummer.

«Nos enteramos de estas horribles acusaciones solamente seis semanas antes de la fecha prevista para el lanzamiento, no había forma de que siguiéramos adelante con la película tal y como se había filmado originalmente. Nuestra conciencia no nos permitía que estas afirmaciones quedaran sin respuesta. Cuando Ridley y yo decidimos reemplazarlo por Cristopher Plummer, todo el elenco y el equipo fueron de lo más comprensivos y, por ello, cuentan con nuestro eterno agradecimiento por su inquebrantable compromiso a lo largo de todo este proceso», dijo Dan Friedkin.

J. Paul Getty vivió una vida notable y sí, cinematográfica. Millonario a los 24 años de edad, famoso fiestero en su juventud se codeaba con gente rica y famosa, imprudente con su fortuna, finalmente regresó al «negocio familiar». Se convirtió en un capitalista disciplinado y despiadado, pero también en un mecenas de la cultura y la arquitectura. Entre sus logros, fue la mente maestra detrás de la creación de la Villa de Adriano que se conoce con el nombre de La Villa de Getty en Malibú, California. Gettyera un hombre de muchas contradicciones: inconmensurablemente rico e implacablemente mezquino, amoroso y cruel.

Básicamente, lo que fascinó a Plummer fueron las acciones contradictorias de J. Paul Getty, su naturaleza moralmente ambigua y sus complicadas relaciones familiares.

«Cuando Ridley me llamó para proponerme el papel, yo estaba encantado. Siempre había querido trabajar con él, y éste es un tema fascinante. Me encanta interpretar gente real porque me fascina la investigación previa, y éste era un personaje sumamente extraordinario para encarnar. Además, está tan bien escrito que acepté de inmediato», cuenta Plummer.

Copyright del artículo © Vicente Díaz. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Imperative Entertainment, Scott Free Productions, STXinternational. Cortesía de Diamond Films España. Reservados todos los derechos.

Vicente Díaz

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Europea de Madrid, ha desarrollado su carrera profesional como periodista y crítico de cine en distintos medios. Entre sus especialidades figuran la historia del cómic y la cultura pop. Es coautor de los libros "2001: Una Odisea del Espacio. El libro del 50 aniversario" (2018), "El universo de Howard Hawks" (2018), "La diligencia. El libro del 80 aniversario" (2019), "Con la muerte en los talones. El libro del 60 aniversario" (2019), "Alien. El 8º pasajero. El libro del 40 aniversario" (2019), "Psicosis. El libro del 60 aniversario" (2020), "Pasión de los fuertes. El libro del 75 aniversario" (2021), "El doctor Frankenstein. El libro del 90 aniversario" (2021), "El Halcón Maltés. El libro del 80 aniversario" (2021) y "El hombre lobo. El libro del 80 aniversario" (2022). En solitario, ha escrito "El cine de ciencia ficción" (2022).