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Crítica: ‘Anora’ (2024), el reverso posmoderno de ‘Pretty Woman’

Aunque todos sus intérpretes están espléndidos, este largometraje pretendidamente audaz acaba siendo un exceso vacío y desagradable

La ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes ha generado un evidente entusiasmo entre la crítica profesional, pero dadas sus características, es más que probable que esos elogios casi unánimes no sean compartidos por cierta parte del público que aún busca en el cine inspiración o estímulos positivos.

En su primer tramo, se «despatarra» la película como un autoservicio de carne humana, y entre explícitos desnudos, nos tiramos casi una hora. Pornografía soft, nada que no podamos consumir en internet con mejores y más eficaces resultados. ¡Qué fatiguita!

Anora (Mikey Madison) trabaja en un puticlub de lujo, cuando el estúpido e imberbe de Ivan (Mark Eidelstein), niñato rico ruso (El Idiota de Dostoyevski es Sócrates al lado de este patán), se le presenta, y se inicia entre ellos algo a lo que podría llamarse un idilio, con perdón de Romeo y Julieta, y de cualquier idilio natural entre neandertales hijos de primos.

Llevados de esta inercia displicente y rancia, entre alcohol, drogas, y una vacuidad moral exasperante -parecen un futbolista y su novia del reservado-, la pareja no tiene más ocurrencia que casarse en Las Vegas por la vía rápida, cosa que la potentada familia rusa no está ni mucho menos dispuesta a refrendar.

La antítesis de un cuento de hadas

Dirigida por Sean Baker, la primera parte de la cinta resulta una mera orgía lisérgica, asfixiante e intencionadamente desagradable hasta la náusea -entiendo lo que el director pretende provocar en el espectador, tonto no soy-, para arrojarnos -casi una hora después de este astringente «resacón en Las Vegas»-, en brazos de lo que se torna una comedia negra igualmente extensa, episódica y cansina. Es todo un trampantojo visto por detrás, como los tubos de una nevera.

Si en algún momento os viene la idea de Pretty Woman, borrad esa imagen de vuestra mente. Comparativa y cualitativamente, la de Gere y Roberts es Casablanca. Esta es un derrape caótico y desatinado, pretencioso y vulgar, una furgoneta sin frenos cargada de pomelos y mangos cayendo por un terraplén en una noche sin luna.

Unos papeles nada fáciles

En honor a la verdad, y en justicia, debo decir que todos los actores están espléndidos en sus nada fáciles papeles. Un aplauso para ellos, les deseo la mejor de las suertes.

Pero pese a que Anora es una película premiada y muy valorada por la crítica, me produce un profundo desagrado. ¿Te puedes divertir? Sí, claro, como te diviertes en una borrachera con pirulas, lo cual no quiere decir que sea ni la mejor de las ideas, ni la quintaesencia de un buen pasatiempo, ni mucho menos un plan de vida en los tiempos que corren.

El largometraje de Sean Baker tiene diez minutos finales que pretenden, a toda prisa y tarde, justificar el disparate previo. A buenas horas, mangas verdes. Baker quiere sacar el Kieslowski, o el Jarmusch, o el Kaurismäki que hubiese soñado ser. Pero a su obra le rezuma una amargura y un extravío postmodernos que no puede evitar. Para este viaje, no hacían falta esas alforjas.

Id a ver la última de Clint Eastwood siete veces seguidas (es sólo una sugerencia), por el bien del cine y de las neuronas que aún os queden vírgenes en esta pandemia de intelectualidad hueca, endogámica y sin valores.

Sinopsis

Anora, una joven trabajadora sexual de Brooklyn, tiene la oportunidad de hacer realidad el cuento de Cenicienta al conocer y casarse impulsivamente con el hijo de un oligarca. Pero cuando la noticia llega a Rusia, su cuento de hadas amenaza con derrumbarse, ya que los padres se desplazan a Nueva York con la intención de anular el matrimonio.

Ganadora de la Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes, la cinta, que participó en la sección Perlak de la 72 edición del Festival de Cine de San Sebastián, está protagonizada por Mikey Madison, Mark Eydelshteyn y Yura Borisov.

Copyright del artículo © Fernando Mircala. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Universal Pictures International Spain. Reservados todos los derechos.

Fernando Mircala

Artista, escritor, traductor y fotógrafo. Premio Lazarillo en el año 2000. Entre otros libros, es autor de 'Ciudad Monstrualia' (2001), 'El acertijo de Varpul' (2002), 'Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra' (2010), 'Lóbrego romance, pálido fantasma' (2010), 'Compostela iconográfica' (2012), 'Pentagonía' (2012), 'En un lugar de Malvadia' (2016; ilustrado por Perrilla), 'Pánico en el Bosque de los Corazones Marchitos' (2019), 'Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe' (2019) y 'Concéntrico' (2022).