Vicente DíazEsta enésima versión de Orgullo y Prejuicio es algo así como Jane Austen modernizada para la chavalería, pero sin llegar al despiporre de aquel Romeo+Julieta californiano.
La modernización se centra en los personajes, quizá demasiado contemporáneos en sus actitudes, y en la puesta en escena, que enfatiza el lenguaje/impacto visual más de lo acostumbrado en este tipo de películas. De esta manera, los espectaculares escenarios en los que se desarrolla la acción y la no menos impactante perfección del cuello de Keira Knightley son fotografiados de la mejor manera posible, a la vez que el espectador asiste a ingeniosas escenas como un imposible plano-secuencia mediante el cual se describen las peripecias de distintos personajes.
La historia va sobre el orgullo y el prejuicio, eso está claro desde el principio, y quienes sufren o ejercen estos defectos humanos son pijos ingleses con o sin dinero, interpretados por actores que casualmente también son ingleses, y eso es lo mismo que decir que son muy buenos. Bueno, Donald Sutherland es canadiense, pero eso no quita que con sus breves y socarronas apariciones se adueñe de la pantalla, incluso quitando protagonismo al anteriormente citado cuello de la protagonista.
A pesar de la simplificación de los personajes «secundarios» del libro, que se transforman en meros comparsas o extravagantes típicos de la comedia costumbrista inglesa contemporánea que tanto gusta a nivel mundial («de los creadores de El Diario de Bridget Jones«, se proclama irrespetuosamente en la publicidad de esta adaptación), no deja de brillar el talento de profesionales como Brenda Blethyn o Judi Dench.
Orgullo y Prejuicio puede resultar algo incompleta para el que busca algo de más sustancia intelectual, pero observemos lo que Jane Austen dijo de su propia novela:
«Tal vez es demasiado ligera, brilllante y chispeante; hace falta extenderla aquí y allá con un largo capítulo sensato o, en su defecto, con uno lleno de solemnes tonterías aparentemente plausibles, relativas a alguna cuestión desvinculada del relato: un ensayo sobre el arte de escribir, una crítica de Walter Scott, la historia de Bonaparte o cualquier otra cosa que contraste y lleve al lector con mayor placer el estilo del conjunto, que resulta retozón y epigramático»
Así que si uno no es más papista que el Papa y se relaja, puede pasar un rato razonablemente entretenido entre porcelanas, naturaleza salvaje, ocas, bailes, arrebatos pasionales, insultos trabajados y mejillas con rubor.
Sinopsis
En un rincón rústico de Inglaterra a finales del siglo XVIII, la Sra. Bennet se entera de una gran noticia: un joven rico y soltero acaba de mudarse a Netherfield Park, una mansión vecina. La madre de cinco hijas sin dote, tiene como gran objetivo que una de ellas se case con él. Las cinco hermanas Bennet, Elizabeth (Keira Knightley), Jane (Rosamund Pike), Lydia (Jenna Malone), Mary (Talulah Riley) y Kitty (Carey Mulligan) han sido criadas por una madre cuya única fijación es encontrarles marido. Pero Elizabeth, inteligente y con carácter, desea una vida con perspectivas más abiertas, tal como lo anhelaba su padre.
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Hernán Migoya
Guzmán Urrero
