Cualia.es

«Martian Hop» (1963), de The Ran-Dells

Durante los tres meses del verano de 1963, tres primos de Nueva Jersey (el disc jockey local Steve Randell, Robert Rappaport y John Spirt) conocidos como los Ran-Dells, no solo convencieron a Estados Unidos de que los marcianos habían llegado a la Tierra para enseñarnos un nuevo baile, sino que lo hicieron con gusto y gracia.

Su “Martian Hop” subió hasta el Top 20 de las listas nacionales y granjearon a los Ran-Dells el dudoso honor de ser one-hit wonders del pop americano. Lanzaron otro par de sencillos, pero nadie se enteró, ni a nadie le importó.

Steve Randell investigaba por entonces las posibilidades de la música electronica, un estilo que todavía no había salido del círculo de los físicos nucleares, los ingenieros de cohetes y el productor musical Joe Meek (responsable de esa pequeña joya que es “Telstar”, grabada en agosto de 1962 por The Tornados). Trabajando con sus osciladores de onda y chismes electrónicos, Randell fue quien salpicó la canción con esos característicos sonidos que hicieron de “Martian Hop” un tema instantáneamente reconocible y uno de los primeros de la historia del pop en incluirlos. De hecho, la canción incluye un sampleado de otra composición, «Moon Maid» (1962), una obra que los dos vanguardistas holandeses que formaban el dúo The Electrosonics, Tom Dissevelt y Dick Raaymakers (también llamado Kid Baltan), habían incluido en el LP Electronic Music en 1962.

En 1963, la carrera espacial se hallaba en plena efervescencia. Un año antes, John Glenn se había convertido en el primer humano en orbitar el planeta; y un año después, una sonda no tripulada transmitiría las primeras fotografías de la superficie lunar. Mientras “Martian Hop” llegaba a las tiendas, la cosmonauta soviética Valentina Tereskova fue la primera mujer en ir al espacio, completando nada menos que 48 órbitas antes de volver a casa. John Glenn solo había hecho tres.

El presidente Kennedy juró llevar al hombre a la Luna al final de la década; los científicos predecían la colonización de al menos un puñado de lunas y planetas del Sistema Solar para el final de siglo (ejem, sin comentarios); y la television explotaba el nuevo filón de la ciencia ficción con programas como La dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959-1964), Rumbo a lo desconocido (The Outer Limits, 1963-1965) o la inminente Perdidos en el Espacio (Lost in Space, 1965-1968). El cosmos estaba por todos lados y la gente se preguntaba qué nos esperaba allí.

La ciencia ficción hacía mucho tiempo ya que había respondido a esa pregunta en multitud de obras literarias y cinematográficas. Pero no se bailaban. Y el baile era la gran fiebre de la juventud americana de primeros de los sesenta. El Twist, el Huly-Gully, el Mashed Potato, el Swim, el Locomotion, el Popcorn… Si se podía bautizar a un movimiento corporal aleatorio vagamente sincronizado, podia también bailarse.

Y ahí entra “Martian Hop”, un tema que aparentemente se escribió y compuso en unos minutos, lo cual no es una sorpresa si se considera que el estribillo de la letra era algo tan sofisticado como “eee-eee-eee-eee-eee the Martian Hop”.

Grabar el disco, sin embargo, fue algo más complicado. Steve Randell se llevó a los Bell Sound Studios de Nueva York todas las grabaciones de extraños sonidos que había diseñado con el fin de engarzarlos e integrarlos en la canción para que sirvieran como su base. El mencionado “Telstar”, lanzado un año antes, parece haber sido el modelo en el que se fijó para este pulso entre extravagancia espacial, pop desenfadado y complejidad tecnológica, del que salió un exuberante universo de beeps, burps y distorsiones que secundaban perfectamente la voz de falsete de Robert Rappaport.

Fue una grabación muy cara. A pesar de que la canción no dura más que dos minutos y diecisiete segundos, el master costó más de trescientos dólares, lo que la sitúa en la misma liga que, por ejemplo, “Strawberry Fields Forever”, de los Beatles, o el “Good Vibrations” de los Beach Boys.

Pero mereció la pena. Antes siquiera de completar la grabación, los Ran-Dells ya tenían un contrato. Gerry Goffin estaba visitando el estudio mientras Randell estaba trabajando, y escuchó la cinta. Se lo recomendó a Don Kirshner, que la compró para su recién formado sello Chairman.

“Martian Hop” fue lanzada en junio de 1963. El ascenso de la canción al estrellato fue fulminante. En un par de semanas, el DJ de la WABC Cousin Brucie lo estaba pinchando continuamente. A mediados de julio, el éxito ya era nacional, y el 3 de agosto, entró en las listas.

Tres semanas más tarde, el 22 de agosto, los Ran-Dells aparecieron en el programa televisivo American Bandstand, y si su muy humano aspecto decepcionó a los potenciales compradores de su single, no se notó en las ventas porque “Martian Hop” llegó al 16 de las listas, copando el número 1 en países como Alemania (la Occidental, que en aquellos años aún había dos), Israel o Francia, y clasificándose en el resto de Europa.

¿Y existió algún baile que acompañara a la alegre canción? El sentido común dicta que debió haber alguno, pero nadie parece recordarlo.

“Martian Hop” salió de las listas en noviembre, y como he dicho, los Ran-Dells ya no consiguieron ningún éxito más. Rappaport se hizo hostelero, Spirt pintor y Randell abogado. Pero su fogonazo de gloria, sus sonidos electrónicos, maravillosas armonías vocales y exuberancia musical pervivirán para siempre.

Copyright del artículo © Manuel Rodríguez Yagüe. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".