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«Los cuentos de Hegel. Ensayo de filosofía y narrativa», de Blas Matamoro

Hay varias obsesiones que fascinaron a Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770 -1831), pero la más recordada entre los lectores no especializados quizá sea el devenir histórico, cuya dialéctica estudia en sus Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal.

A la hora de interpretar el pasado desde el presente, la modernidad de Hegel consiste en racionalizar la historia del tiempo y la del ser humano (es decir, la causa y fundamento de lo que sucedió tiempo atrás). Esto último conlleva una apelación al pragmatismo, dado que el filósofo de la historia también ha de poner la lupa sobre la propia razón.

Cuando despliega su poderoso intelecto, el ecléctico y poskantiano Hegel reformula la gran herencia de Occidente. Su tarea es múltiple y hercúlea, y no hay espacio en este artículo para transcribir una lista con tantos deberes: reinterpretar el cristianismo desde la modernidad, afianzar la ciencia con aportes de la cultura, redefinir la estética, revisar la historia universal pensando en la razón y el progreso, condensar la filosofía alemana con otros legados europeos (la Revolución Francesa, la Ilustración escocesa)…

En fin, son tantas las facetas del pensamiento hegeliano que resulta fácil sentirse abrumado.

No nos engañemos. Leer hoy a Hegel es una tarea ardua y exigente. Más aún en estos tiempos en los que nos hemos habituado a la homeopatía literaria y las aguas de poca profundidad. De ahí que sea tan provechoso este libro de Blas Matamoro, Los cuentos de Hegel, un excelente ensayo narrativo ‒lo sé: la etiqueta es imprecisa‒, y en cierto modo, también un mapa hegeliano que nos orienta con inteligencia, sutileza y buena literatura.

El punto de partida del libro queda explicado por el propio autor: «considerar a Hegel como un narrador de historias con escenas, personajes y argumentos, una suerte de antigua epopeya o moderna novela cuyo narrador es la filosofía entendida como literatura, es decir, como lectura. El filósofo lee todos los discursos: los de otros filósofos, los doctrinarios de las religiones, los teóricos de la estética, los pensadores de la política y el derecho, los lógicos, los matemáticos, los naturalistas. Es el Discurso de los discursos, el Cuento de los cuentos».

Como señala Blas Matamoro, nadie puede pensar más allá ni fuera de su época. Por eso, en Los cuentos de Hegel cabe la filosofía (o mejor, «la historia filosófica universal»), pero también hay sitio para la biblioteca del propio Hegel, y por supuesto, para la historia del mundo que le tocó vivir.

Incluso, en un determinado momento ‒uno de los que más he disfrutado, por cierto‒, el profesor Hegel, entrevistado por un sabio interlocutor, se presta a un Diálogo de sombras que viene a ser otro giro más en esta múltiple aventura diseñada por Matamoro.

Sinopsis

A finales del siglo XVIII, tres adolescentes alumnos de teología en Tubinga distribuyeron sus vocaciones: Hölderlin, la poesía; Schelling, la mitología y Hegel, la filosofía, que se sitúa en la cúspide de la pirámide de los saberes. Es la que, según otro poeta, Octavio Paz, se mete siempre donde no la llaman. Hegel se propuso unas musculosas tareas y las cumplió toda su vida: germanizar la Ilustración francesa, refundar el cristianismo y redactar la historia universal.

Hegel fue una suerte de faraón del conocimiento, según lo vio Ortega y Gasset. Se valió de un lenguaje oscuro, cancilleresco y selvático pero también montó relatos y se valió de metáforas. Daniel Innerarity descubre la almendra de su estilo: la razón narrativa. Así hizo desfilar a personajes, paisajes, escenas, viñetas, historias e historietas. Echó mano de ciertas metáforas a guisa de categorías: la prosa del mundo, el alma bella, la zoología del espíritu, el mundo de las cosas, el curso del mundo. Era y es un hombre de Occidente al cual el mundo le resulta indispensable. Este libro es una crónica de viaje a través del orbe hegeliano y, por su mediación, del Orbe común a todos los hombres. Una empresa faraónica, narrativa, descriptiva y metafórica, como queda dicho. Sin perder densidad, Hegel resulta mucho menos tenebroso de lo que se dice. Al fin y al cabo, se retrató como un ambicioso adolescente en el Siglo de las Luces.

Blas Matamoro estudió Derecho en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, obteniendo su título de licenciatura en 1966. Trabajó como maestro y abogado. Fue abogado de presos políticos de la Comisión de Familiares de Detenidos Políticos (COFADE). Junto con el ensayista Juan José Sebreli, el novelista Manuel Puig y el poeta y escritor Néstor Perlongher fundó el Frente de Liberación Homosexual en 1971. Tras la prohibición por decreto de la dictadura militar de su libro Olimpo por atacar las tradiciones del ser nacional y la moral cristiana, Matamoro emigra a Madrid en 1976. Entre 1996 y 2008, fue editor de los Cuadernos Hispanoamericanos, de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), y colabora en diversos medios como crítico literario y musical. Sus cuentos fueron antologados por José Luis Pereira y publicados con el título de Los bigotes de la Gioconda.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.

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