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«Las democracias suicidas y otros escritos de política», de César Antonio Molina

En La tentación de la inocenciaPascal Bruckner nos recordaba que hay ciudadanía desde el momento en que los individuos aceptan suspender su punto de vista privado para, de ese modo, tomar en consideración el bien común. Con ello, acceden al espacio público en el que se interpelan de igual a igual. Por desgracia, como asimismo decía Bruckner, vivimos unos tiempos caracterizados por lo que el llama «rabiosa aspiración a la irresponsabilidad».

Nos instalamos así en una era victimista, trivial, caracterizada por el narcisismo y el infantilismo, estancada en la cultura de la queja, anestesiada por la diversión permanente y por la santidad sin esfuerzo. Y aunque está claro que la democracia y el Estado de derecho son las únicas vías para acceder plenamente a las responsabilidades que la libertad implica, sus cimientos se agrietan a causa de esta actitud tan generalizada.

Las reflexiones de Bruckner me han venido a la memoria al leer un libro tan extraordinario como Las democracias suicidas, en el que César Antonio Molina da otra lección de inteligencia, lucidez y sentido común. En este caso, no hablamos de un ensayo unitario, sino de una recopilación de artículos, en su mayoría publicados en las páginas de ABC CulturalRevista de OccidenteEl Mundo y El País. No obstante, pese a tratarse de una miscelánea, hay un hilo conductor que recorre todo el volumen: los peligros que acechan a las democracias ‒empezando por la nuestra‒ en un siglo con los defectos y las torpes inercias que ya mencioné más arriba.

«Los viejos fantasmas ‒escribe Molina en el artículo que da título al libro‒ están resucitando y, si cabe, con más fuerza y con nuevas máscaras equívocas. Al descartar las humanidades en los planes de enseñanza, algo fundamental para comprender el mundo, el corazón humano, la sociedad y la civilización democrática, nos hemos entregado a una nueva barbarie. El conocer y el saber exigía un aprendizaje, un ejemplo (la familia) y un esfuerzo que hoy no se proporciona. Y ese espacio vacío lo están ocupando los totalitarismos ideológicos, tecnológicos y económicos».

Por cierto, nadie sabe de verdad lo que son la banalidad, el tribalismo de machete afilado o la ignorancia voluntaria hasta que no visita, sin las cautelas pertinentes, las redes sociales más concurridas. Es ahí donde predomina el oscurantismo de las sociedades modernas. Un oscurantismo que uno también puede encontrarse en ciertos debates televisivos. O en esos mítines y aquelarres identitarios, donde el fanatismo rebota, y cuyo ejemplo acaba contagiándose a una parte de la ciudadanía que, al final, opta por despreciar los valores de la Ilustración, consagrando como ejemplos a tipos despreciables, tan ruidosos como ese auditorio que los reclama e imita.

Si el lector es de los que se niega a sumarse a esa estupidez colectiva, encontrará en este libro bastantes razones para el equilibrio y la esperanza. Y es que, créanme, Las democracias suicidas es un ensayo brillante y ameno, idóneo para salir de ese círculo infernal que nos han dejado en herencia.

Sinopsis

Un libro comprometido con la democracia constitucional amenazada por los populismos y el nacionalismo

La democracia, esa permanente búsqueda de una sociedad más justa, está en peligro, quizá porque no se supo arraigarla bien. Sus amenazas se multiplican: la crisis de los partidos políticos, de la política misma y sus representantes, la corrupción, la crisis de identidad, la demagogia, la estupidez, la propaganda a través de las redes sociales, la vulgaridad, la falta de fe en cualquier asunto espiritual, o el abandono del estado hacia sus conciudadanos a los que siempre debería proteger y no dejar en manos de los especuladores.

Asistimos a un retorno del viejo fascismo y del comunismo más sectario –enmascarados ahora en el nacionalismo y los populismos–; a un abandono en la fe democrática por parte de quienes la tendrían que defender; y a un uso de las nuevas tecnologías –al servicio de la desinformación– que están imponiendo bajo la fuerza un estado paralelo universal controlado por intereses particulares. Todo ello provoca la debilidad de los regímenes democráticos, cada vez más a la deriva. Históricamente no han durado mucho, y nunca ha habido una democracia que no se suicidara.

César Antonio Molina denuncia en este volumen –que reúne textos inéditos junto con otros publicados en El PaísEl MundoABC Cultural y Revista de Occidente– cómo el espacio vacío creado por el abandono de las humanidades lo están ocupando –entregados a la nueva barbarie– los totalitarismos ideológicos, tecnológicos y económicos. La ignorancia, el conformismo clientelar y, sobre todo, el miedo y la frustración imperantes conllevan la pérdida del espíritu democrático que nació y se desarrolló con fuerza en la confianza ilustrada, en el progreso humano, en la racionalidad, las instituciones o los valores políticos y sociales de convivencia.

Licenciado en Derecho y en Ciencias de la Información. Doctor en Literatura. Profesor en la Universidad Complutense y la Carlos III. César Antonio Molina (La Coruña) ha sido coordinador de los cursos de humanidades de la universidad de verano de El Escorial;  Director Adjunto de Diario 16 y responsable de las páginas de Cultura, Espectáculos y Opinión, así como de los suplementos Culturas y Libros.

Fue Director del Círculo de Bellas Artes, del Instituto Cervantes y Ministro de Cultura. Creador y director de Casa del Lector, así como del departamento de Derecho de la Cultura en uno de los más importantes bufetes de España, es autor de más de cincuenta libros. Premiado nacional e internacionalmente por sus artículos periodísticos y su obra literaria, ha sido condecorado por Francia, Portugal, Italia, Chile, Serbia, España y con la medalla Castelao de Galicia.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.