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La vida secreta de las palabras: «Pagar el pato»

Estamos de nuevo ante una de esas frases populares que, bajo un manto de ingenio, ocultan misteriosas y acaso turbias referencias. Curiosamente, don Aniceto de Pagés, por lo general proclive a ese tipo de intrigas, se limita en este caso a documentar literariamente las fuentes del dicho en cuestión.

Para empezar, nuestro etimólogo define pagar el pato del siguiente modo: «Padecer o llevar pena o castigo no merecido, o que ha merecido otro». Luego menciona una línea de Quevedo: «si no es por la viuda el licenciado paga el pato». Y para complementarla, recurre a Manuel de León Merchante (1631-1680), entremesista, poeta y sacerdote, autor de jácaras y mojigangas, y dentro del dominio que ahora nos importa, responsable de dos versos tan rotundos en su rima como en su expresión:

«Tocaron las campanas a rebato
viendo que el mesonero pagó el pato».

Nos proporciona otro ejemplo el novelista cántabro José María de Pereda (1833-1906), a quien Pagés cita en su obra: «A lo que se ve, esta gente necesita de mí. Si me entrego a ellos, visto está quién ha de pagar el pato en un lance desgraciado» (Gran diccionario de la lengua castellana, autorizado con ejemplos de buenos escritores antiguos y modernos […] Continuado y completado por José Pérez Hervás, t. IV, Barcelona, Fomento Comercial del Libro, 1925).

Como ya habrá advertido el lector, la ilustración de Pagés, aunque generosa, no esclarece los orígenes del proverbio. No obstante, gracias a José María Iribarren, sabemos que Francisco de Paula Seijas Patiño (1828-1856) descifró con mejores informaciones el significado de pagar el pato: «Llevar alguno el castigo que merece otro —dice el ensayista granadino—; de origen vulgar y tomado acaso de algún juego o diversión» («Comentario al Cuento de cuentos de Quevedo», incluido por Fernández Guerra en su edición de las Obras de Quevedo, vol. 48 de la Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, 1859).

La pista insinuada por Seijas Patiño conduce a Iribarren hacia una triste certeza, y es que el modismo fue usado en contra del pueblo judío. De hecho, don José María da con una cita de la Biblia Castellana, de Casiodoro Reina (Basilea, 1569) que, a su vez, se reproduce en El Asno ilustrado o Apología del Asno (Madrid, 1837, pág. 395). En ese párrafo podemos descubrir el enigmático y sombrío origen del dicho:

«Como los vocablos Torá Pacto, usados por los judíos españoles, el primero por la Ley y el segundo por el concierto de Dios, por los cuales los españoles les levantaban (les acusaban a los judíos) que tenían una Tora o becerra pintada en su sinagoga, que adoraban; y del Pacto, sacaron por refrán Aquí pagaréis el pato».

Leída en la sinagoga con la reverencia que exige una escritura sagrada, la Torá es el corpus esencial de la fe y la ley judías. Por desgracia, los cristianos de tiempos pasados se dejaron arrastrar por el antisemitismo. Por ello, se entiende mejor por qué, «tomando al pie de la letra dicha voz, [los cristianos españoles] dieron en decir que los judíos adoraban en sus sinagogas a una tora o novilla, y en algunas fiestas populares hacían mofa de ella» (El porqué de los dichos. Sentido, origen y anécdota de los dichos, modismos y frases proverbiales de España con otras muchas curiosidades, Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura, 1997, pág. 25).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Esta es una versión expandida de un artículo que escribí, con el seudónimo «Arturo Montenegro», en el Centro Virtual Cervantes, portal en la red creado y mantenido por el Instituto Cervantes para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.