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«It’s Great to Be Alive» (1933), de Alfred L. Werker

Pese al estrepitoso fracaso de Una fantasía del porvenir (1930), la Fox, por alguna razón difícil de entender hoy, conservaba su fe en la fórmula que mezclaba el musical y la ciencia ficción. Y en 1933 estrenó It’s Great to Be Alive, un remake de The Last Man on Earth (1924, una película muda con la misma premisa argumental) que se saldó en otro fiasco pese a contar con mayores bondades cinematográficas que el film de David Butler.

En It’s Great to Be Alive, un joven aviador brasileño, Carlos (Raul Roulien) que acaba de discutir con su novia decide cruzar el Pacífico a bordo de un avión. El despechado viajero no llega a buen puerto: la nave se estrella en una pequeña isla desierta. Pero no hay mal que por bien no venga, pues ello le salva de la extinción: una plaga, la masculitis, extermina a todos los varones del planeta… menos a Carlos.

Cinco años después, de las cenizas de la civilización occidental androcéntrica se levanta una nueva sociedad gobernada exclusivamente por mujeres y cuya población se divide en mujeres femeninas y mujeres masculinas . La Sociedad de Naciones ha sido sustituida por el Congreso Mundial, presidido por una físico, la Doctora Prodwell, interpretada con brillantez y humor por Edna May Oliver.

La fabricación de un hombre artificial parece ser la única forma de garantizar algún futuro a esta sociedad estéril, pero hasta el momento todos los intentos han sido infructuosos. De repente, el descubrimiento del último hombre vivo parece facilitar las cosas… aunque lo único que quiere el agobiado Carlos es recuperar su relación estrictamente monógama con su antigua novia. Antes de que pueda reunirse con ella tendrá que pasar por mil y una dificultades: en el episodio más delirante del guión, una mafiosa, Al Moran (una combinación de los famosos gangsters Al Capone y Bugs Moran) lo rapta con la intención de subastarle entre las viudas ricas de Nueva York. Es rescatado por las federales y puesto al servicio del Congreso Mundial, que decide que las mujeres de cada nación deberán desplegar sus encantos ante Carlos y él decidirá qué nación repoblará primero (menudo trabajito).

Tan misógina como esas fantasías antisufragistas de los comienzos del cinematógrafo, It’s Great to Be Alive se estrelló en taquilla desde el mismo momento de su estreno. Y ello a pesar de su fuerza visual curiosamente moderna debida al buen oficio del realizador Alfred Werker –futuro responsable de algunos westerns de calidad en los 50– y apoyada en la peculiar gradación del delirio estilístico acompasada al progresivo descubrimiento por parte del protagonista de la extraña sociedad femenina.

El protagonista, Raul Roulien, protagonizó asimismo la versión del film para mercados hispanos: El último varón sobre la Tierra, bajo la dirección de James Tinling y con Rosita MorenoMimi Aguglia y Carmen Rodríguez sustituyendo al elenco original de féminas anglosajonas.

Si el fracaso de la adaptación de La isla misteriosa de 1929 le puso las cosas muy difíciles al cine de ciencia-ficción de elevado presupuesto, los sucesivos batacazos de la aparatosa Una fantasía del porvenir y la más ligera It’s Great to Be Alive acabarían de darle el tiro de gracia. Era evidente que la combinación de comedia musical y elementos de ciencia-ficción era un cóctel de lo más peligroso, pero los estudios responsabilizaron del fracaso a la ciencia-ficción, cuando en realidad la música y las letras eran tan horrendas que ni siquiera aparecen acreditados los compositores. Hasta los años cincuenta, el cine de ciencia ficción quedaría relegado a producciones de serie B, seriales por entregas y películas de terror e intriga con elementos fantacientíficos.

It’s Great to Be Alive no es más que una broma ligera elevada a la categoría de película de serie B. Si eres aficionado al cine y a la ciencia-ficción, puede que, a pesar de las pésimas canciones y la plana interpretación, te divierta ver hasta qué nivel de extravagancia y vacío regocijo podían llegar las películas de la Gran Depresión.

Copyright del texto © Manuel Rodríguez Yagüe. Sus artículos aparecieron previamente en Un universo de viñetas y en Un universo de ciencia-ficción, y se publican en Cualia.es con permiso del autor. Manuel también colabora en el podcast Los Retronautas. Reservados todos los derechos.

Manuel Rodríguez Yagüe

Como divulgador, Manuel Rodríguez Yagüe ha seguido una amplia trayectoria en distintas publicaciones digitales, relacionadas con temas tan diversos como los viajes ("De viajes, tesoros y aventuras"), el cómic ("Un universo de viñetas"), la ciencia-ficción ("Un universo de ciencia ficción") y las ciencias y humanidades ("Saber si ocupa lugar"). Colabora en el podcast "Los Retronautas".

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