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«Híbridos y engendros», de George R.R. Martin

Hay cuatro cosas que me apasiona encontrar en este volumen: intriga, fantasía, terror y madurez literaria. Híbridos y engendros, segundo tomo de los tres que Gigamesh ha editado con la narrativa breve de George R.R. Martin, plantea un reto muy agradecido para el lector, tanto por su poderosa energía como por lo bien engrasado de su estructura.

Sé que hablar de estructura al referirse a una colección de cuentos puede resultar excesivo. Al fin y al cabo, cada relato está encapsulado en sí mismo, más allá del estilo que puede compartir ‒o no‒ con los demás. Sin embargo, en esta ocasión contamos con varios detalles que sirven para hilvanar el conjunto. Para empezar, los relatos están ordenados de un modo que entreteje sensaciones, como si todos ellos formasen una polifonía coherente. Reforzando esa impresión, nos encontramos con que, aquí y allá, Martin incluye alusiones biográficas y otros datos contextuales que nos permiten asumir como un todo esta serie de cuentos y guiones televisivos.

Quien desconozca la obra del escritor más allá de Canción de Hielo y Fuego, se sorprenderá con el magistral manejo que hace de géneros como el terror o la ciencia-ficción. Como punto de partida, nos encontramos aquí con El hombre de la casa de carne (1976), un texto de auténtica pesadilla, y al mismo tiempo conmovedor, ambientado en un futuro en el que los cadáveres son zombificados para los más peculiares menesteres, bajo el control de una suerte de telépatas.

Salir de este relato y penetrar en la trama de Recuerdos de Melody (1984) ‒que me recuerda poderosamente los cómics de Warren Publishing‒ nos mantiene en un escenario de miedo, melancolía y trepidación emocional. Pero es justo ahí, en ese punto, cuando el lector ya está listo para disfrutar del que, en mi opinión, es el mejor cuento de todos los que ha escrito Martin a lo largo de su carrera: Los reyes de la arena (1979), una historia originalísima, protagonizada ‒digámoslo así‒ por unas turbadoras mascotas alienígenas.

Se trata, sin duda, de una obra maestra, ante la cual palidecen otros títulos aquí incluidos, como Nómadas nocturnos (1981), y eso que esta última es también una pieza de calidad superlativa, trazada con un elegante equilibrio entre la space opera y el horror cósmico.

Cualquier aficionado al terror leerá febrilmente El hombre con forma de pera (1988), y sobre todo, El tratamiento del mono (1984), donde la inimitable voz de Martin extrae inquietud de cada párrafo, situándose a la altura de los grandes maestros del género. Y eso que el argumento de este último relato, en apariencia, es casi un juego surrealista, con su pizca de humor negro y su buena dosis de obsesión.

Quienes conozcan ese celebrado libro que es Los viajes de Tuf (1987), agradecerán que aquí se incluyan dos narraciones protagonizadas por otro inefable personaje, el ingeniero ecológico Haviland Tuf, Una bestia para Norn y Guardianes.

Otro motivo de júbilo: a modo de colofón, cierran el volumen dos guiones muy llamativos, uno escrito para The Twilight Zone y otro diseñado para el episodio piloto de una serie que nunca llegó a las pantallas (¿Quién lo diría, verdad?).

Aunque uno se obstine en luchar contra ello, el ritmo de lectura que impone Martin es casi frenético. ¿Para qué pedir credenciales literarias cuando un autor engancha de esa manera? En todo caso, los más suspicaces pueden estar tranquilos, porque hablamos de un narrador que, además de escribir textos sumamente amenos, siempre mantiene ardiendo la llama de la inteligencia.

Sinopsis

En el afán de reflejar los conflictos del ser humano, George R. R. Martin explora diversos escenarios fantásticos en los que la mezcla de géneros cristaliza en una pléyade de narraciones inolvidables. Una galería de personajes variopintos, no siempre humanos, sacuden nuestros deseos y miedos más íntimos dejando una indeleble huella emocional a su paso.

Junto a verdaderas perlas del género como «Los reyes de la arena» o «El tratamiento del mono», en este volumen también viajaremos con el Arca del extravagante y asombroso Haviland Tuf (y sus inseparables gatos) y nos adentraremos por primera vez en los mundos que creó para la televisión.

George R. R. Martin nació en 1948 en Bayonne (Nueva Jersey, EE.UU.), y en la actualidad reside en Santa Fe (Nuevo México, EE.UU.). Hijo de un estibador de familia humilde, su anhelo por conocer los destinos exóticos de los navíos que veía zarpar de Nueva York fue uno de los motivos que lo impulsaron a escribir fantasía y ciencia ficción.

Licenciado en periodismo en 1970, en 1977 publicó su primera novela, Muerte de la luz, libro de culto dentro del género y obra cumbre de la ciencia ficción romántica. Desde 1979 se dedica por completo a la escritura, y de su pluma han surgido títulos como Una canción para Lya o Sueño del Fevre, donde su prosa sugerente y poética aborda temas tan poco usuales en el género como la amistad, la lealtad, el amor o la traición, desde una perspectiva despojada de manierismos pero cargada de sensibilidad. Como antólogo cabe destacar su trabajo a cargo de Wild Cards, antología de mundos compartidos con temática de superhéroes, de gran prestigio.

A partir de 1986 escribe guiones y colabora en series televisivas como En los límites de la realidad o La bella y la bestia, además de realizar tareas de producción en diversos telefilmes. En 1996 empieza a publicar la serie de fantasía épica Canción de hielo y fuego, éxito de ventas en Estados Unidos y auténtico revulsivo del género fantástico.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © Gigamesh. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.