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«El otro», de Thomas Tryon

Atribuir a una novela los méritos de su adaptación al cine tal vez sea engañoso, pero en este caso me resulta inevitable. Supe que existía la novela de Tryon porque primero vi la versión que rodó en 1972 Robert Mulligan. Y aunque verla por televisión no hacía justicia ni al delicado trabajo fotográfico de Robert L. Surtees, ni a melancólica banda sonora de Jerry Goldsmith, lo cierto es que esta película de Mulligan fijó un buen puñado de imágenes en mi memoria.

Imágenes que evoco ahora, como quien conjura un fantasma, con el libro de Tryon entre las manos. Un pueblo de entreguerras, en una Nueva Inglaterra idealizada. Dos gemelos que parecen opuestos: uno de ellos cálido, generoso, y el otro, un sociópata sin remedio. La familia de ambos, marcada por la desgracia, bajo la protección de la abuela, Ada (Uta Hagen), que domina el arte de la proyección astral. Y por supuesto, los crímenes, atroces e inexplicables, que empujan al espectador hacia un desenlace desolador.

Tomada de forma aislada, la película de Mulligan sería un buen ejemplo de realismo mágico. Turbadora en todos los sentidos, con un desasosiego que va convirtiéndose en puro terror, El otro es una de esas cintas que merecen un público vigilante, abierto a todas las posibilidades.

No me sorprende que sea citada por otros cineastas como una influencia inolvidable, y si nos vamos a la novela original, tampoco es raro que hablen sobre El otro autores como Stephen King, cuyo mundo es perfectamente compatible con el que describe Tryon.

Muy bien traducida por Olalla García, la novela reúne los mismos ingredientes que he citado a propósito del film de Mulligan. Los dos modelos literarios en que se fija (El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, y Psicosis, de Robert Bloch), reproducen una tensión arquetípica que Tryon parece enfocar hacia Caín y Abel, o si lo prefieren, hacia esa dualidad que él mismo tuvo que disimular durante su juventud, en una época en la que ciertas emociones no eran bien aceptadas.

El autor construye bien el suspense, y va dejándonos pistas acerca de la verdadera naturaleza psicológica de ambos protagonistas. El tono cinematográfico no es casual, sobre todo si tenemos en cuenta que Tryon fue actor bajo la dirección de cineastas como Otto Preminger, cuya tiranía sufrió especialmente.

Más adelante, intentó ser productor. Su primer proyecto ‒¿lo adivinan?‒ fue el borrador de un guión que, una vez descartado por Hollywood. él convirtió en la novela que nos ocupa.

Sinopsis

Traducción de Olalla García

La novela que animó a Stephen King a convertirse en escritor. Un magistral ejercicio del terror más perturbador, que podrían haber firmado Ira Levin o Shirley Jackson.

Verano de 1935. En un bucólico pueblo de Nueva Inglaterra, la gente no para de hablar sobre la epidemia de muertes que está asolando el hogar de los Perry. Tras el trágico fallecimiento de Vining, el padre, que se cayó por las escaleras del almacén mientras guardaba la cosecha de manzanas, la familia se enfrenta a una nueva pérdida: la del pequeño primo Russell, que muere en el granero ensartado en una horca que el jardinero jura haber dejado guardada en su sitio. Y, unas semanas después, desaparece una vecina, la adorable anciana de la casa de al lado… ¿Se trata de simples accidentes? Los hijos gemelos de Vining son una pareja de lo más peculiar: cada uno podría leer los pensamientos del otro, pero no pueden ser más diferentes. Holland es sarcástico e introvertido, y todo el mundo le considera una mala influencia para la familia, mientras que su gemelo, Niles, es agradable y generoso, y todos le adoran. Ambos viven inmersos en un extraño juego telepático que les enseñó su abuela rusa. Y puede que el juego se les esté yendo horriblemente de las manos…

Thomas Tryon nació en 1926 en Hartford, Connecticut. Con tan solo diecisiete años se unió a la Marina de los Estados Unidos, en la que sirvió tres años, durante la Segunda Guerra Mundial. Después, se matriculó en Bellas Artes en Yale, donde se graduó con honores, aunque no tardó en convertirse en actor. Tras estudiar interpretación bajo la tutela de Sanford Meisner y debutar en Broadway como parte del elenco del musical Wish You Were Here (1952), decidió dedicarse al cine y a la televisión. Llegó a trabajar a las órdenes de Otto Preminger y George Cukor, y fue nominado a un Globo de Oro en 1963. Sin embargo, decepcionado con el mundo de la actuación, Tryon se retiró en 1969 y empezó a escribir historias de horror y de misterio. Debutó en la narrativa con El otro (1971; Impedimenta, 2019), y consiguió tal éxito que la obra se mantuvo en lo más alto de las listas de best sellers de The New York Times durante más de seis meses; vendió tres millones y medio de ejemplares y fue adaptada al cine un año después, bajo la dirección de Robert Mulligan. Su siguiente novela, Harvest Home (1973), dio lugar a una miniserie televisiva protagonizada por Bette Davis. Entre sus demás obras se incluye Crowned Heads (1976), una colección de relatos cortos inspirados en las leyendas de Hollywood. El primero de ellos, «Fedora», fue llevado al cine por Billy Wilder. En 1974 publicó Lady, que narraba la tempestuosa relación de un niño de ocho años con una viuda en la Nueva Inglaterra de los años treinta. Tryon nunca abandonó la literatura, y siempre afirmó que disfrutaba mucho más escribiendo que actuando. Murió de cáncer de estómago en Los Ángeles, en 1991.

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Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.