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«El cuento de la criada» («The Handmaid’s Tale», 1985), de Margaret Atwood

Margaret Atwood despliega sobre la mesa TODOS los elementos propios de cualquier género popular ortodoxo sin casarse con ninguno: a veces parece que nos mete en una escaramuza de espionaje y riesgo, otras que nos aboca a un dramón familiar de mucho cuidado, de pronto amaga una incursión al terreno de la nouvelle erótica y hasta podría haber terminado abrazando los clichés de una apasionada novela romántica y una (no menos apasionada) comedia porno… Pero la incisiva prosa de la autora canadiense opta ‒inteligentemente‒ por la atmósfera y la reflexión, pese a que en su desprejuicio moral no hace ascos a ninguna posibilidad temática y tonal.

¿De cuántos clásicos bebe este cuento en novela? A mí me recuerda a Fahrenheit 451, pero (que perdonen los puristas de Bradbury a este purista de Crónicas marcianas) creo que la supera en matices y estructura. También me recuerda La larga marcha de Bachman. Quiero creer que Atwood ha leído a Kundera en su «paisaje después de la batalla» comunista, si bien imagino que en los 70 y 80 sobraban tales testimonios letraheridos y hasta letragónicos. Me chifla su heroína sin nombre con el mismo subidón adrenalítico de rebeldía que el Randle McMurphy de Ken Kesey… Y por debajo del papel transpira un aire muy ochentero en toda la propuesta ‒perogrullo, dado que el texto data de 1985: será que hace tiempo que no leo cifi de mi adolescencia‒, un enfoque limpio y casi ingenuo ‒pero no, lo que pasa es que no tiene tabúes‒ a través de Offred (Defred en español), mujer herida de muerte pero a la que sus tiranos no consiguen inocular la rabia. Late en ella siempre una mirada serena y libre, sin agenda política ni miedo a pisar bosta de vaca, lo cual hoy sorprende y hasta aperpleja desde cualquier perspectiva santificada de oficialismo.

Lo maravilloso de El cuento de la criada es que sigue siendo un libro peligroso. Porque en el molde de la República de Gilead caben muchas dictaduras, desde la sexista a la puritana a la colectivista, de la extrema derecha a la nazi a la proletaria. También, obviamente, caben a la perfección las dictablandas que nos imponen nuestras democracias capitalistas y nosotros mismos como sociedad y como individuos.

El cuento de la criada es sobre todo peligroso porque constata que cualquier ser humano resulta susceptible en todo momento de ser aplastado y, si se presume libre, no vive acorde a consignas sino a experiencias. Y Offred es una persona viva y, paradójicamente, muy libre: no ha matado en sí misma la panoplia de posibilidades que ofrece la travesía humana, sabe que estamos forjados de instintos y contradicciones, que hay que vivirlos por igual. Y por eso mismo sabemos que ningún régimen autoritario, ningún patriarcado ni ningún paternalismo acabarán con ella.

Y por eso sigue viva y ella ‒la persona viva debajo de su apodo de esclava, cuya identidad nominal desconocemos y por tanto nadie podrá denunciar jamás: pero que en la pantalla ya ha sido Kate, ya ha sido June…, y será muchas más‒ seguirá engendrando infinitas revisitaciones e interpretaciones en forma de series, películas y ensayos (1).

Y probablemente no serán ni la mitad de peligrosos que el libro original.

PD. Me muero por empezar The Testaments: espero por el bien de la leyenda que la mujer anteriormente conocida como Offred no vuelva a aparecer…

(1) N. del E. Kate (Offred) protagoniza el largometraje The Handmaid’s Tale (1990), de Volker Schlöndorff, escrito por Harold Pinter. Dicho papel fue interpretado por Natasha Richardson. June Osborne (Offred #2), encarnada por Elisabeth Moss, es el principal personaje de la siguiente adaptación del libro: la teleserie creada por Bruce Miller en 2017.

Sinopsis

Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.

En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela ‒o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir‒ le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.

Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.

Nacida en 1939 en Ottawa (Canadá) y licenciada en la Universidad de Toronto, Margaret Atwood es una de las escritoras más prestigiosas del panorama internacional.

Autora prolífica y traducida a más de cuarenta idiomas, cuenta con muchos volúmenes de poesía, numerosas colecciones de cuentos, la colección de ensayos titulada La maldición de Eva, los volúmenes de cuentos Érase una vez y Un día es un día y dieciocho novelas -entre las que cabe destacar Nada se acaba (1979), que Lumen publicó en 2015, El cuento de la criada (1983), convertida en una serie de televisión de mucho éxito, La novia ladrona (1994), Alias Grace (1996), El asesino ciego, que en 2000 ganó el prestigioso Premio Booker, La semilla de la bruja (2018) y Los testamentos (2019).

Ha recibido, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Governor General’s Award, la Orden de las Artes y las Letras, el Premio Montale, el Premio Nelly Sachs, el Premio Giller, el National Arts Club Literary Award, el Premio Internacional Franz Kafka y el Premio de la Paz del Gremio de los Libreros Alemanes.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Reservados todos los derechos.

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Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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