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Crítica: «La ciudad perdida» («The Lost City», 2022)

En su mayoría están olvidadas, pero lo cierto es que En busca del arca perdida (1981) generó un aluvión de imitaciones, muchas de ellas protagonizadas por una pareja de personajes antagónicos. Con el paso de los años, este catálogo de plagios y de copias solo le sonará a los nostálgicos de los videoclubs y de los cines de sesión continua. Acaso la excepción más destacable sea la magnífica Tras el corazón verde (1984), de Robert Zemeckis, que ahora sirve de plantilla a Aaron y Adam Nee.

Su película, La ciudad perdida, no oculta ‒ni falta que le hace‒ lo mucho que debe su argumento al film de Zemeckis, y sin embargo, llega a la pantalla con una frescura inusual. Quién sabe: quizá se deba a que la cartelera tiende a la trascendencia, al sermón y a las películas-evento. O acaso es algo tan simple como el retorno de ese cine comercial que nos hace felices, sin más, durante un par de horas.

¿Por qué, entonces, recomiendo La ciudad perdida? Pues porque recupera el humor físico (el slapstick), que es una de las variantes más infravaloradas de la comedia. Porque se ríe del propio género de la aventura, pero lo hace sin cinismo. Bueno, y también porque es tan divertida como un manchurrón de mermelada. Y además proyecta un halo de ternura que nos acabamos creyendo.

Todo ello, ojo, sin dar la sensación de que esto es cine importante. Al contrario. Sandra Bullock y Channing Tatum parecen sentirse como si estuvieran en un patio de recreo. Y por otro lado, ambos dejan claro que no le temen al ridículo. Es más, los dos tienen gracia incluso en situaciones donde otros actores podrían derrapar sin remedio.

¿Una película sencilla y disfrutable, al estilo tradicional? Créanme, a estas alturas parece algo realmente subversivo. En fin, ojalá cunda el ejemplo.

Para darle más nervio a la historia, Aaron y Adam Nee recurren a un personaje que, a pesar del poco tiempo que aparece en pantalla, pasará a formar parte del millar de epígonos de Indiana Jones: el intrépido aventurero Jack Trainer, encarnado por un Brad Pitt que también transmite la impresión de estar pasándolo a lo grande.

En un papel secundario pero crucial, nos encontramos asimismo con el habitual millonario perverso y con un cable suelto (Daniel Radcliffe).

Está bastante claro que el objetivo de los Nee es acumular simpatía, y para eso no necesitan ni una fórmula original ni recurrir al sarcasmo. Les basta con rodar una comedia romántica que no se toma a sí misma en serio, muy bien interpretada y con un guion ligero, agradable y solvente.

Sinopsis

La carrera literaria de la brillante, a la vez que huraña, escritora de novelas Loretta Sage (Sandra Bullock) ha girado en torno a las populares novelas románticas de aventuras que, ambientadas en lugares exóticos, protagoniza un atractivo galán cuya imagen aparece reproducida en todas las portadas, y que en la vida real corresponde a Alan (Channing Tatum), un modelo que ha centrado su carrera en personificar al novelesco aventurero.

Durante una gira para promocionar su nuevo libro junto a Alan, Loretta es raptada por un excéntrico multimillonario (Daniel Radcliffe), con la intención de que la autora le guíe hasta el tesoro de la antigua ciudad perdida sobre el que gira su último relato. Deseoso de demostrar que puede ser un héroe en la vida real, y no simplemente en las páginas de sus obras de ficción, Alan se lanza al rescate de la novelista.

Inmersos en medio de una épica aventura en la jungla, la extraña pareja tendrá que dejar a un lado sus diferencias y aprender a colaborar para sobrevivir a los elementos y encontrar el ancestral tesoro antes de que desaparezca para siempre.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © 3dot productions, Exhibit A, Fortis Films Production, Paramount Pictures. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.