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Crítica: «Ferdinand» (Carlos Saldanha, 2017)

Cuentan que el poeta Fernando Villalón se arruinó pretendiendo obtener un toro con los ojos verdes. Villalón murió seis años antes de que Munro Leaf escribiera El cuento de Ferdinando, obra en la que se inspira Carlos Saldanha para ofrecernos este encantador largometraje infantil.

Llaman mucho la atención el enfoque de Saldanha y los giros que introduce en el breve relato de Leaf. Y es que esos añadidos, aparentemente convencionales, nos ayudan a comprender cómo surgió este cuento y las razones de su vigencia.

El Ferdinand de Saldanha no tiene los ojos verdes, sino azules, y es tan manso y bondadoso como lo imaginó Leaf. Al igual que en la obra original, el Ferdinand cinematográfico prefiere oler las flores que embestir al torero, y su mejor destino es un campo primaveral y no la plaza.

En el texto de Leaf no hay más personajes relevantes, salvo el matador, pero Saldanha introduce a una niña, Nina, que adora al toro y lo cría como si fuera su mejor amigo. ¿Será simple casualidad que Nina sea tan parecida a la pequeña que hizo realidad la historia de Leaf? Aquella cría (auténtica, no imaginaria) apareció en la portada de la revista Estampa, el 27 de junio de 1936. Era Carmelita Cobaleda, hija del ganadero Juan Cobaleda, uno de cuyos toros, el manso «Civilón», se había convertido en la mascota predilecta de Carmelita. Aunque disfrutaba con la compañía de los niños, «Civilón» formó parte de una corrida en la plaza de Barcelona. Para satisfacción de Carmelita y de su padre, la mansedumbre del toro conmovió al público y fue indultado.

«Civilón», al igual que Ferdinand, es un símbolo de la no violencia, y en este sentido, nos transmite un mensaje por el que no pasa el tiempo. De ahí que sea tan oportuno el film de Saldanha. Una película que moderniza el relato de Leaf e incluye (repito: quizá por casualidad) esos apuntes que lo conectan con la historia real que acabo de referirles. En este y otros sentidos, el guión de Robert L. BairdTim Federle y Brad Copeland es muy acertado.

El cuento de Ferdinando es una lectura para niños pequeños, y la película está destinada al mismo público. Por consiguiente, no hay que buscar aquí las ambigüedades o los guiños adultos que aparecen en otros productos animados. Y esto es algo importante, porque la audiencia infantil tiene intereses e inquietudes que el cine debe atender con productos idóneos. Al igual que otros estupendos films de Saldanha, como Ice Age (2002) o Rio (2011), este Ferdinand también aprovecha la animación 3D para alternar el humor y los buenos sentimientos.

El público adulto que conozca el libro original no saldrá defraudado. Y les digo esto con dos recuerdos en mente: la lectura infantil de aquel volumen que en 1942 publicó en Argentina la editorial Tor, en el que se adaptaba la versión rodada por Disney tres años antes, y una lectura posterior de otra adaptación escolar, cuya editorial no recuerdo, en la que el destino del toro era decidido por una bandada de garzas blancas que animaba al público de la plaza a sacar los pañuelos del mismo color (No se trata de un spoiler: les cuento esto porque dicha escena no tiene nada que ver ni con el libro de Leaf ni con la película que nos ocupa).

Otra virtud de Saldanha y de su equipo es el retrato que hacen de España como escenario de la aventura. Nuestro país, lógicamente, aparece idealizado, con perfiles muy coloristas (turísticos, en el mejor de los sentidos), pero se advierte un respeto por los detalles que conviene agradecer.

Sinopsis

El cuento de Ferdinand, un toro gigantesco que le gustan las flores, ha conquistado el corazón de millones de personas desde que se dio a conocer por primera vez en 1936 en el libro The Story of Ferdinand, original del escritor Munro Leaf y del ilustrador Robert Lawson. Una afable y encantadora interpretación de cómo las apariencias engañan (o, de por qué nunca se debe juzgar a un toro por su piel…), el mensaje de amor y aceptación que encontramos en el libro ha tenido eco durante décadas.

Ferdinand se centra en las aventuras de un toro amante de la paz (al que presta su voz John Cena), que es adoptado por un simpático granjero y por su hija. Sin embargo, su idílica vida cambia después de haber sido confundido con una depravada bestia y enviado al último lugar de la Tierra donde quiere estar: un campo de entrenamiento de toros. Pero Ferdinand está decidido a regresar a casa. En el camino, el bondadoso toro hace numerosos amigos y cambia la vida de aquéllos a quienes conoce. Pero sigue habiendo un gran obstáculo que tendrá que superar… En la emocionante escena con la que culmina la película, Ferdinand tiene que enfrentarse al diestro El Primero en una plaza llena hasta la bandera, pero, valientemente, permanece fiel a su pacífica naturaleza e inspira a todos los que le rodean.

El plan de llevar el cuento de Ferdinand a la gran pantalla comenzó hace más de seis años cuando Saldanha seguía trabajando en Rio 2.  “Me entusiasmé mucho al enterarme de que Fox y Blue Sky estaban pensando en desarrollar una película basada en el libro”, recuerda Saldanha. “Yo había leído el libro y quedé cautivado por el relato y por su maravilloso mensaje de aceptación y diversidad. Me pareció que éste era el momento adecuado para tomar este encantador librito y convertirlo en un película familiar para el público de hoy en día”.

Puesto que el libro y la película están ambientados en lugares de España históricos y llenos de colorido, Saldanha y unos pocos de sus colegas visitaron el país en busca de inspiración visual y de telones de fondo auténticos para su proyecto. “Nos inspiró la belleza de los paisajes y la singular arquitectura de España”, afirma el director. “La gama de colores de la película tiene muchos tonos terrosos y es muy distinta de los colores tropicales que utilizamos en las películas de Rio. Captamos la magnífica arquitectura de algunas de las ciudades y viajamos al Sur: a la encantadora región de Andalucía”.

La ciudad de Ronda, situada en la cumbre de una montaña de la española provincia de Málaga, inspiró la situación de la granja donde Ferdinand encuentra la felicidad con la joven Nina y su padre. “Queríamos que el arte reflejara la belleza de este mundo”, explica Saldanha. “Queríamos que los exteriores expresasen las posibilidades de una película de animación, pero que también fueran fieles al arte, la historia y la cultura de España”.

El equipo siguió la misma ruta que Ferdinand en su viaje a Madrid, Sevilla y las  zonas agrícolas del sur del país. “Aquí, lo viejo y la nuevo coexisten de forma armoniosa”, observa Saldanha. “Hay viejos molinos de viento, modernas carreteras y esas antiguas ciudades blancas que ofrecen un precioso contraste con los elementos modernos de España. Visitamos las haciendas donde crían el ganado y captamos cada pequeño detalle: la vegetación, los colores, los pueblos pequeños y la gente. También vimos los molinos de viento de La Mancha y la famosa Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid. Todos estos lugares nos ayudan a crear un mundo auténtico para nuestros personajes”.

Gracias a los últimos avances de la tecnología de creación por ordenador, los artistas y los equipos técnicos de Blue Sky pudieron lograr una animación meticulosa en su atención al detalle: desde cada brizna de hierba del campo, a la textura de los trajes, llenos de vida, pasando por el juego de luces y sombras del paisaje de Andalucía.

“Cada año desarrollamos nuevas versiones del software patentado de representación de Blue Sky [llamado CGI Studio]”, explica Saldanha. “Hicimos el mejor uso de la tecnología para crear una gran impresión artística. Ferdinand no es una película de grandes efectos especiales. Nuestro objetivo es usar la tecnología de la mejor manera para crear la apariencia adecuada al servicio de la dirección artística y la iluminación. Todo ha sido realizado mediante trazado de rayos [una técnica de representación para generar una imagen trazando la senda de luz a través de píxeles sobre un plano de imagen] meticulosamente, y resulta precioso. El equipo también logró superar complejos retos en la representación de escenas de multitudes. Fueron capaces de conseguirlo de forma muy sutil, de modo que la tecnología no resulta demasiado evidente en la pantalla”.

El productor Bruce Anderson está de acuerdo: “La tecnología nos permitió crear realmente la misma forma como la luz cae sobre los campos de España. Nuestros equipos de iluminación, producción e ingeniería aprovecharon al máximo todo lo que estaba disponible en su caja de herramientas para traernos la apariencia y la sensación de ese país. ¡Creo que los elementos visuales de la película van a persuadir al público para que viaje a España!”.

Escoger a los actores y actrices idóneos para poner voz a la amplia variedad de memorables personajes de la película fue una de las etapas más importantes de la puesta en práctica del concepto del director y los productores. Gracias a los esfuerzos del veterano director de reparto Christian Kaplan, que ha sido responsable de hallar las voces de muchos de los largometrajes de Fox/Blue Sky durante los últimos catorce años, Ferdinand cuenta con un reparto vocal variado que incluye a John Cena (Ferdinand), Kate McKinnon (Lupe), David Tennant (Angus), Gina Rodríguez (Una), Peyton Manning (Guapo), Bobby Cannavale (Valiente), Anthony Anderson (Bones), Jerrod Carmichael (Paco), Flula Borg (Hans), Daveed Diggs (Dos), Raúl Esparza (Moreno), Sally Phillips (Greta), Boris Kodjoe (Klaus), Gabriel Iglesias (Cuatro), el cantante Juanes (Juan) y Miguel Ángel Silvestre (El Primero).

Copyright del artículo © Guzmán Urrero. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes y sinopsis © 20th Century Fox Animation, Blue Sky Studio, 20th Century Fox. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.