Cualia.es

Crítica: «El arrecife» («The Reef», 2010)

Como en tantas otras películas de terror de ambiente estival, en El arrecife (The Reef, 2010) el género sigue sosteniendo su peculiar y habitual cruzada contra los turistas. En este caso le toca la china a un grupito de navegantes, cuyo plan de sol, playa y submarinismo tendrá unas consecuencias un tanto inesperadas, tiburones hambrientos incluidos.

Luke (Damian Walshe-Howling) trabaja tripulando barcos. A una de estas travesías se suman tres amigos de vacaciones: Matt (Gyton Grantley), su novia Suzy (Adrienne Pickering) y su hermana Kate (Zoe Naylor), con la que Luke tuvo un affaire en el pasado. Acompañados por Warren (Kieran Darcy-Smith), un pescador con bastante experiencia, se embarcan rumbo al mayor arrecife del mundo: la Gran Barrera de Coral, situada en el Mar del Coral. Desgraciadamente, por el camino sufren un accidente y el barco queda boca abajo con el casco agujereado.

Luke sabe que solo tienen dos opciones: quedarse en el barco a esperar a que se hunda, siendo desplazados mar adentro por las corrientes, o arriesgarse a llegar a nado a una isla cercana atravesando unas aguas plagadas de tiburones.

Definida por su director y guionista Andrew Traucki como un «thriller de supervivencia basado en hechos reales«, esta modestísima producción parece querer inscribirse dentro de la oleada de survival horror proveniente de Australia, que pretende buscar un mayor realismo empleando de forma recurrente el engañoso lema «inspirado en hechos reales».

Bajo esta fórmula se sitúan cintas reseñables como la truculenta Wolf Creek (Greg McLean, 2005) –una muestra de Australian Gothic protagonizada por un psychokiller de excepción, inspirada solo a medias en los crímenes de asesinos en serie como Ivan Milat o Bradley Murdoch– o Tasmania (Van Diemen’s Land, Jonathan auf der Heide, 2009) –desasosegante inmersión en un pasado colonial violento y caníbal–, pero también muchos otros filmes de mucho menor calado.

Tales son los casos de El arrecife o del anterior trabajo de TrauckiBlack Water (2007), en el que un grupito de jóvenes sufren el ataque inmisericorde de un feroz cocodrilo.

El arrecife guarda un parecido casi mimético –cartel incluido– con la estadounidense Open Water (Chris Kentis, 2003). En esta película, también basada en los consabidos «hechos reales», dos submarinistas son abandonados por error en unas aguas infestadas de escualos.

Al igual que la mencionada Open Water y que su secuela bastarda, la alemana A la deriva (Open Water 2: Adrift, Hans Horn, 2006), El arrecife se vertebra sobre dos miedos primordiales: el temor agorafóbico a la inmensidad del océano y el pavor a los depredadores marinos, en concreto a los tiburones. Alejándose de la espectacularidad, pretende impactar al espectador buscando un terror más creíble y cotidiano, por otra parte acorde con un exiguo presupuesto. Desgraciadamente la economía de medios también afectará al guion y al desarrollo de los personajes, metiéndose de lleno en los (tediosos) dominios del telefilme de sobremesa con ínfulas documentales.

Claro que la sombra de Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975) es demasiado alargada y El arrecife tratará de animar el cotarro introduciendo con poco acierto algunos recursos de las monster movies y del slasher –aunque desechando el fundamental, el sentido del humor–, dando a su único tiburón las atribuciones de un insaciable asesino solitario demasiado humano.

Aunque presentada en el Festival de Sitges de 2010, la cinta fue lanzada directamente al mercado videográfico en mayo de este año, en una doble edición en DVD y Blu-ray.

Copyright del artículo © Lola Clemente Fernández. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © Lightning Entertaiment, Prodigy Movies, Screen Australia, Mysterious Light y Screen NSW. Cortesía de A Contracorriente Films DVD. Reservados todos los derechos.

Mª Dolores Clemente Fernández

Mª Dolores Clemente Fernández es licenciada en Bellas Artes y doctora en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis “El héroe en el género del western. América vista por sí misma”, con la que obtuvo el premio extraordinario de doctorado. Ha publicado diversos artículos sobre cine en revistas académicas y divulgativas. Es autora del libro "El héroe del western. América vista por sí misma" (Prólogo de Eduardo Torres-Dulce. Editorial Complutense, 2009). También ha colaborado con el capítulo “James FenimoreCooper y los nativos de Norteamérica. Génesis y transformación de un estereotipo” en el libro "Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena" (CSIC, 2009), de Juan J. R. Villarías Robles, Fermín del Pino Díaz y Pascal Riviale (Eds.). Actualmente ejerce como profesora e investigadora en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).