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Confesiones de una mente peligrosa

Llevaba tiempo sin leerme un libro de más de cuatrocientas páginas en dos días. Compré el volumen de saldo por una sola razón, y es que el título me parecía buenísimo: Confesiones de una mente peligrosa (Ediciones B, 2003). En mi penuria económica, algo me decía que aquella pequeña inversión merecería la apuesta.

Lo confieso: cada día me dejo llevar más por la intuición y menos por la lógica. Siempre supuse que, al envejecer, la experiencia valdría más que el pálpito momentáneo. Pues bien, en los últimos tiempos, solo me guío por la intuición, y lo que me tiene aún más confundido es que no fallo una. Quizá es que, como dijo el sabio, al final, la sabiduría consiste en saber que no sabemos nada y que hay que dejarse llevar por el corazón…

Bueno, sigo, que cada día me despisto con más facilidad que mi adorado Berlanga. Cuando el libro cayó en mis manos, ya sabía que en 2002 George Clooney había debutado en la dirección cinematográfica con esta misma historia y que el guionista de culto Phillip Kauffman se había ocupado de la adaptación.

La lectura superó con creces mis expectativas. El libro es ágil y apasionado, estúpido y trascendente, lógico y contradictorio. En definitiva, terriblemente humano. Y lo que es mejor, es verdad y parece mentira. O como veremos al final, todo son todo mentiras, tan falsas que llegan al otro extremo y parecen verdad…

Una curiosidad: el autor, Charles Hirsch «Chuck» Barris (1929–2017), es uno de los principales creadores de concursos de la televisión norteamericana. Entre sus éxitos, figuran The Gong ShowThe Dating GameTreasure Hunt y The Newlywed Game. Es decir, Barris es el creador de todos esos concursos en los que una chica ha de elegir a un chico de entre tres, sin verles y solo por el método de hacerles preguntas. A su imaginación también se deben fórmulas televisivas que, adaptadas a nuestra televisión, dieron lugar a espacios como La Media Naranja de Jesús Puente o El Semáforo de Chicho Ibáñez Serrador

Hasta aquí todo parece vulgar… Barris es un tipo frívolo, centrado en el mundo de la imagen. Triunfa en la vida, llega a ser millonario, se convierte en ídolo de masas… pero no está contento.

Y aquí viene lo interesante. Lo que hace de este relato algo especial es que este individuo asegura en sus páginas haber llevado una doble vida durante los años sesenta y setenta. No engañaba a su mujer. No era bígamo. No se disfrazaba de mujer las noches de luna llena… En realidad, el tal Barris era… ¡agente de la CIA!

Y no es que fuera un simple informador. Era un asesino profesional que aprovechaba los viajes que ganaban sus concursantes para acompañarles y, de paso, eliminar a los objetivos que le indicaban los servicios de espionaje más famosos del mundo…

De hecho, cada viaje se organizaba en función de las necesidades de cada misión. Así, en el programa se regalaban “románticas” excursiones a destinos tan exóticos como Berlín Occidental o Moscú… La coartada perfecta, de puro surrealista…

Al ser, además de creador, presentador de sus programas, fue tan terriblemente conocido por el público como odiado por la crítica, que le consideraba el padre de la telebasura americana… Una especie de Sardá o de Pepe Navarro. ¿Os imagináis a Buenafuente como un espía del CNI, armado con pistola y silenciador? Quizá por cosas así Estados Unidos es un país tan diferente, y quizá por eso mismo el sueño americano es tan desmedido… porque ni siquiera el mejor de los guionistas sería capaz de idear un argumento mejor.

Lástima que, en realidad, todo esto sea una invención. En 1984, Barris reconoció que, aunque quiso trabajar para la CIA, nunca lo consiguió. Así, estas Confesiones de una mente peligrosa son el recuento detallado de cómo hubiera sido su existencia si hubiera logrado ese objetivo. Una fantasía, sí, pero una fantasía apasionante.

Solo odio a Barris por una razón: me ha robado el título que tenía pensado para mis memorias, Autobiografía no autorizada.

Copyright © Pedro Luis Barbero. Reservados todos los derechos.

Pedro Luis Barbero

Pedro Luis Barbero es guionista y director de cine y televisión. "Tuno negro" (2001), su primera película, se convirtió en el debut más taquillero de ese año en el nuestro país. Para la pequeña pantalla destaca por haber escrito y dirigido el programa Inocente Inocente con el que consiguió el Premio Ondas, así como diversas series como "Impares" (2008) o "¡Viva Luisa!" (2008). En 2016 rodó el largometraje "El futuro ya no es lo que era".

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