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Antología de la ciencia-ficción española 1982-2002

Una de las cosas buenas de la crisis es que todas las librerías están de saldo. Ya, eso es pan para hoy y hambre para mañana, pero qué le vamos a hacer, uno sobrevive en el caos. De otra manera, dudo que hubiera caído en mis manos este libro publicado hace ya varios años. Exacto: no hubiera caído por prejuicios.

Y sin embargo, esta Antología de la ciencia ficción española 1982–2002 (Minotauro, 2003), que compré en la librería Gigamesh, es un libro excelente. Lo adquirí para intentar, de una vez por todas, averiguar si había algún escritor español de cifi, más allá de Juan Miguel Aguilera, que me gustara.

Pues no lo hay. LOS hay.

No sólo eso: casi todos los relatos incluidos son buenos o muy buenos. De hecho, hay un par o tres de obras maestras. Según mi criterio, claro; un criterio subjetivo pero, desde el punto de vista del género de la ciencia-ficción española, prácticamente virgen (o ignorante, si lo prefieren). Y esta reunión de joyas se la debemos al antólogo Julián Díez.

Voy a repasar los cuentos uno por uno, porque merece la pena (y excusando ante sus autores, que ya llevan muchos años en esto, esa ignorancia previa):

«Mein Führer», de Rafael Marín: y yo que no era fan de Rafael, leo este cuento, y se me caen las bragas al suelo. Una idea perfecta, una ejecución perfecta. Obviamente, es un cuento ANTOLÓGICO.

«La estrella», de Elia Barceló: A Elia sí la había leído de adolescente. Siempre me gustó su calidad expresiva y buen tono emocional, y este cuento, de 1992, da fe de ello. SUGESTIVO.

«El rebaño», de César Mallorquí: el hijo de mi idolatrado José narra con eficacia y amenidad una historia cósmico-perruna. SÓLIDO.

«El centro muerto», de León Arsenal: guau, todo un descubrimiento este Robert E. Howard en potencia. Y yo que creía estar solo en mi gusto por la acción. TREPIDANTE.

«El bosque de hielo», de Juan Miguel Aguilera: a Juan Miguel le conozco y le quiero, y ese cariño respira muy tranquilo porque además me encanta su obra. Este cuento dice Díez que es de sus mejorcitos. A mí también me lo parece. FUNDACIONAL.

«Otro día sin noticias tuyas», de Joan Carles Planells: el único relato que se me sale un poco del barreño genérico. Está escrito con solvencia y desarrolla el concepto del doble en paisajes muy familiares para mí. INTRIGANTE.

«Un jinete solitario», de Rodolfo Martínez: me sobra un poco su sentimentalismo y exhibición de ingenio algo adolescentes (quizá porque también lidié con ello como rasgo de autor, y eso me irrita), pero este cuento desborda imaginación y falta de complejos. Parece la génesis de un novelista muy muy inventivo. IMAGINATIVO.

«Nada personal», de Armando Boix. Única inclusión con la que no estoy de acuerdo: este relatito, aunque inédito, no está a la altura de la ambición y fuerza de los que acompañan la antología y no siento que sea representativo de su autor. Me hubiera gustado poder conocer lo más granado de Boix, como me ha ocurrido con los demás.

«Los herederos», de Daniel Mares: otro cuento de acción y testosterona, muy audaz y entretenido, desde el familiar terreno del extrañamiento. Con este escritor también me identifico a saco. GOZOSO.

«Días de tormenta», de Ramón Muñoz: por afinidad casi espiritual, mi cuento favorito del libro. Es… uf, es increíble, incontestable… No es el mejor escrito, pero cuenta con lo que uno en el fondo busca en la ficción: que remueva su realidad. DEMOLEDOR.

«Una esfera perfecta», de Eduardo Vaquerizo: muy bien escrito, cumple a la perfección los requisitos del género fantástico como metáfora de la naturaleza humana; y está cerrado con mucha elegancia. SIMBÓLICO.

«Entre líneas», de José Antonio Cotrina: demasiado polite para mi entero gusto (todas las relaciones humanas descritas son demasiado “blancas” y transparentes, hollywodiescamente estandarizadas), cuenta sin embargo con una idea de base perfecta, y está escrito con las dosis adecuadas de pasión e ironía. IMPECABLE.

Sea mi reseña procedente o impertinente (me produce mucho pudor escribir de otros autores coetáneos de tanta valía, sé lo que es que alguien de fuera venga a decir: “Ah, eres bueno”, después de años de profesionalidad probada y premiadísima), espero que se pueda recibir, en todo caso, como una recomendación encarecida: este libro merece mucho la pena, sobre todo para aquellas personas a las que les guste la literatura…

Y ahora, por sus novelas.

Copyright del artículo © Hernán Migoya. Previamente publicado en Comicsario, un blog para la fenecida editorial Glénat España. Reservados todos los derechos.

Hernán Migoya

Hernán Migoya es novelista, guionista de cómics, periodista y director de cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Ha obtenido el Premio al Mejor Guión del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, y su obra ha sido editada en Estados Unidos, Francia y Alemania. Asimismo, ha colaborado con numerosos medios de la prensa española, como "El Mundo", "Rock de Lux", "Primera Línea", etc. Vive autoexiliado en Perú.
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