¿Quién dijo que el cine italiano estaba muerto? ¿Qué ya no hacían películas de género como las de antes? Bueno, seguramente yo. Pero mentí. O, mejor dicho, exageré. Como muchas veces. Porque Adagio (2023), última entrega por así decir de la Trilogía de Roma de Stefano Sollima (cuyos títulos solo están relacionados por el escenario y por abordar tramas criminales), es una maravilla neonoir netamente euro e italo, pero sin caer en la tentación del retro ni de la cinefilia, por más que se trate de una historia masculina y profundamente crepuscular no: lo siguiente.
Con un ritmo elegíaco, por algo se llama adagio, pero sostenuto, Sollima, más que digno hijo de su padre, expone con precisión y refinada estética urbana casi apocalíptica, en una Roma suburbial amenazada por incendios de resplandor bíblico, una trama de corrupción política y policial que pone el foco sobre un joven ingenuo pero no inocente, Manuel, estupendo actor descubrimiento Gianmarco Franchini, perseguido implacablemente por un frío y violento Adriano Giannini, poliziotto ahogado en deudas y mierda hasta el cuello, que casi robaría la película de no ser por el verdadero trío protagonista: Toni Servillo, Valerio Mastandrea y un inmenso y feo Pierfrancesco Favino.
Tres antiguos mafiosos, amigos y compañeros, viejos y enfermos, con sus odios y rencillas personales, que intentarán salvar al pequeño Manuel de sus perseguidores y de sí mismo.
Tan tensa como lenta, con una banda sonora atmosférica de Subsónica y momentos de violencia tanto física como emocional desgarradores, no carente de humor (ojo a las escenas poscrédito), un poliziesco que NO es como los de antes, pero resulta tan bueno o mejor que los de antes. Una especie de Peckinpah a la romana, pasado por Scerbanenco y puesto al día, que algunos han comparado con Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha (1970) de Petri, pero que, en realidad, tiene la enorme virtud de no recurrir a la cinefilia ni al homenaje, al tiempo que sus antihéroes son perfecta y totalmente nostálgicos y melancólicos.
Esperemos que Sollima no abandone el noir (o poliziesco, a elegir) y nos siga proporcionando momentos como estos de cine de género superior y relevante, ajenos a modas y modos políticamente correctos e inclusivos, que sin embargo pasan desapercibidos entre tanta, con perdón, mierda publicitada gratis en las redes.
Sinopsis
Envuelto en una trama de chantajes y policías corruptos, el hijo de un antiguo gánster recurre a los viejos amigos de su padre, que lo arriesgan todo para salvarle.
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